Lic. Maynor Miguel
Agüero Obregón
La predicación poderosa es como una buena
cirugía, bajo la predicación del Espíritu Santo entra en las profundidades del
corazón humano y extirpa el pecado. Solo hay un escalpelo, que es
suficientemente poderoso para entrar en el alma del ser humano, es la Palabra
de Dios. -John Piper
INTRODUCCIÓN
Hay una pregunta que
muchos ha intentado contestar a través de los años, ¿qué es el evangelio? ¿En
qué consisten las Buenas Nuevas del Reino de Dios? Es probable que existan
muchas formas de responder a dicha interrogante. Pero, también hay múltiples
concepciones que son erradas y por lo tanto, generan prácticas cristianas
erradas.
De esto último, tenemos
demasiado y es un buen momento para dejar que las escrituras nos respondan a
esta pregunta. La epístola de Pablo a los Romanos, es uno de los tratados
teológicos, que mejor explican el evangelio. El tema principal en toda la
Epístola es el evangelio de Jesucristo[1]. Para el apóstol Pablo hablar
del evangelio no era un asunto de solo de linda retórica, era hablar de la
persona y obra de Jesucristo. El evangelio es Jesucristo y nada más.
En esta epístola, fue
donde la gracia redentora iluminó el corazón del reformador Martín Lutero y
pudo ver la obra de Cristo en su vida. Por eso él escribió, que esta epístola
es la verdadera parte principal del Nuevo Testamento y el evangelio más puro[2]. Calvino se expresó en
forma similar cuando declaró que si hemos adquirido una verdadera compresión de
esta epístola, tenemos una puerta abierta a los tesoros más profundos de la
Escritura[3]. Así de impresionante ha
sido esta carta en la vida de muchos cristianos.
¿Qué nos dicen Romanos
1:14-17 sobre lo que es el evangelio? Hay tres afirmaciones, que son desarrolladas
a lo largo del resto de la epístola, pero son resumidos en estos cuatro
versículos: (1) el evangelio como una obligación o deuda para con el mundo, (2)
el evangelio como el gran poder de Dios para salvar a los pedidos, y (3) el
evangelio como la revelación de la justicia de Dios. Pasemos a describir cada
una de las afirmaciones paulinas sobre qué es el evangelio.
1)
EL
EVANGELIO ES UNA DEUDA PARA CON EL MUNDO (VV.14-15)
“Tengo que anunciar esta
buena noticia a todo el mundo, no importa que sepan mucho o no sepan nada, ni
que sean humildes o importantes. Por eso tengo tantos deseos de ir a Roma”
(TLA).
Las frase “soy deudor” (RVR 60) ha sido traducido de
diferentes maneras. Pero la idea es que Pablo se debe a otras personas, él
desea servirles al punto que tiene la “obligación” (LBLA). Hay dos formas en
que uno es un deudor, la primera es cuando uno pide prestado dinero a alguien;
la segunda forma, es que alguien le haya dado dinero a uno para un tercero.
Esta última es la idea que quiere transmitir Pablo. A él se le ha confiado
algo: predicar el evangelio (Romanos 15:20; 1 Corintios 1:17; 2 Corintios
2:12).
Así que Pablo, tienen algo que entregarles a otros,
que el mismo Señor Jesucristo le entregó. ¿Y para quién es? Como el apóstol a
los gentiles, en primer lugar la deuda es con todos los pueblos que no eran
judíos, “a los griegos y también a los bárbaros” (BTX), una
expresión que posiblemente señale a las diferentes naciones, culturas y
lenguas; como bien lo traduce la NTV: “los habitantes del mundo
civilizado como con los del resto del mundo”.
Mientras que la otra frase: “a sabios y a no sabios” (RVR60), o sea “ni que sean humildes o
importantes” (TLA), tiene que ver con la
instrucción educativa de las personas, y por lo tanto, el nivel de relevancia
que pueda tener en la sociedad. Tomando ambas frases, Pablo está incluyendo a
todos los gentiles, o el mundo conocido, que tiene su centro en la capital del
Imperio Romano, Roma.
Es aquí donde Pablo expresa su profunda convicción de
que debe hacer algo, para que todos los gentiles conozcan del evangelio de
Dios, no se lo puede guardar para sí mismo, necesita comunicarlo. Él expresa
que está “ansioso” (LBLA, DHH), “gran anhelo” (NVI), “enteramente dispuesto
a” (LP), predicar el evangelio al centro de la civilización antigua, el
centro del poder político, económico y militar, el centro del poder religioso,
la gran bestia de Juan (Apocalipsis 11:7; 13:1-18; 14:9-11; 15:2; 16:2, 10,
13; 17; 18:13; 19:19-20; 20:4, 10).
De igual manera, si hemos recibido la gracia
salvadora, si la obra del Espíritu Santo ha estado en nuestras vidas, si hemos
recibido el evangelio para obedecerlo; tenemos una deuda, primero para con
Jesucristo, quien es nuestro Señor y Salvador, que dio su vida por nosotros,
para que le sirviéramos. En segundo lugar, tenemos una deuda para con el mundo,
porque hemos recibido un gran tesoro, no para acariciarlo personalmente, sino
para comunicarlo. Es nuestro deber, debe ser nuestro gran anhelo, debemos estar
enteramente dispuestos a predicar el evangelio, en todo lugar.
Si Pablo se atrevió a predicar el evangelio en el
centro del poder económico, religioso, político, social, intelectual, militar,
pagano y mundano; ¿qué te impide predicar en el área donde Dios te ha puesto?
En tu familia, en tu centro de estudio, en tu trabajo, en tu barrio, y en
cualquier otro lugar. ¿Dudas del poder del evangelio? Pablo no se avergonzaba
del evangelio.
2)
EL
EVANGELIO ES EL PODER DE DIOS, PARA SALVACIÓN (V. 16)
“Porque no me avergüenzo del
evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al
judío primeramente, y también al griego”.
Para el apóstol, era
claro que no se avergonzaba de predicar el evangelio, sin importar las consecuencias
de su pasión por Cristo y su evangelio. Como dijo el Rev. James Stewart: “no
tiene sentido declarar que no se tiene vergüenza de algo, a menos que se haya
sentido la tentación de sentirse avergonzado de ese algo”[4]. Él sabía que la
predicación del evangelio iba a ser locura para unos y tropiezo para otros (1
Corintios 1:23). La reacción de las personas ante el anuncio de la Buenas
Nuevas, no amedrentó ni avergonzó a
Pablo. ¿Por qué? El apóstol sabía que el evangelio es el poder de Dios.
Demos un vistazo al poder de Dios, a través de las buenas nuevas.
El poder del evangelio
de mostró, en los primeros instantes en que Dios creó todo de la nada (Génesis
1-2). Cada vez que Dios dijo, las cosas que no son, fueron. Por el poder de su
palabra, Él creó todo lo que existe. Ante la caída de Adán y Eva, se pronunció
las primeras palabras de Buena Nueva, a un mundo que se sumergía en el pecado: “Y pondré
enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te
herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15). Estas
son las primeras palabras, que muestran el poder del evangelio, para anticipan
la victoria sobre el pecado y a Satanás.
A partir de ahí, toda la historia
antiguotestamentario, es el gran escenario donde el poder del evangelio se
muestra a través de diferentes circunstancias y personas. Como bien lo dijo el
escritor de Hebreos, donde cada uno de los personajes que relata, vivieron por
fe; pero, una fe basada en el poder de la Palabra que habían recibido de Dios;
“¿y qué más digo? Porque el tiempo me
faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como
de Samuel y de los profetas; que por fe
conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de
leones, apagaron
fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se
hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres
recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no
aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección” (Hebreos 11:32-35). ¡Ese es el
poder de la palabra! Vencieron en medio de la adversidad, porque habían creído
en el poder de la Palabra de Dios.
Pero, la máxima manifestación del poder del evangelio
fue la encarnación, vida, ministerio, pasión, muerte y resurrección de Cristo
Jesús. Así que el evangelio no es otra cosa que el mismo Jesús; el poder del
evangelio de Jesús implica que no hay ninguna personas que pueda resistirle, y
al escuchar el mensaje redentor vengan a los pies del salvador arrepentido de
sus pecados y deseoso de vivir en obediencia a Cristo.
La motivación de Pablo para evangelizar en Roma,
surgió del reconocimiento de que el evangelio es una deuda para con el mundo y
a la vez, es el poder de Dios. Lo primero le dio sentido de obligación (se le
había confiado las buenas noticias), y lo segundo, un sentido de convicción (si
lo había salvado él, podía salvar a otros)[5].
Hoy debe ocurrir lo mismo, el evangelio es tanto una
deuda a saldar, como un poder a experimentar. Pero, cabe una pregunta, ¿crees
que tienes la obligación de predicar el evangelio de Cristo, porque has
experimentado el poder de Dios? ¿Te avergüenzas del evangelio, porque no has
experimentado el poder de Dios?
3)
EL
EVANGELIO ES LA REVELACIÓN DE LA JUSTICIA DE DIOS (V.17)
“Porque en el evangelio la
justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo
por la fe vivirá”.
Y lo último que nos
dice, Pablo, es que el evangelio es la revelación clara y única de la justicia
de Dios. ¿Por qué el evangelio es el poder de Dios? Porque Dios ha revelado su
propia justicia, al satisfacerla en la cruz y declarar justos a los injustos.
¿Cómo debemos comprender
la expresión paulina de la justicia de Dios? La justicia de Dios es la justa
iniciativa de Dios para poner a los pecadores en la debida relación con Él
mismo, concediéndoles una justicia que no les pertenece a ellos sino a él[6], o sea, a Cristo. La
justicia de Dios se ha revelado al mundo, que a través de la fe en la obra de
Cristo, su justicia nos es imputada o dada en favor nuestra. Como bien lo
redactaron los antiguos escritores del catecismo menos de Westminter, al
responder a la pregunta, ¿qué es la justificación? La justificación es el acto
de la libre gracia de Dios, por el cual Él perdona todos nuestros pecados y nos
acepta como justos; pero esto, solamente en virtud de la justicia de Cristo, la
cual nos es imputada, y que recibimos únicamente por la fe.
Es claro que se requiere
de fe, para recibir el evangelio, y por lo tanto, la revelación de la justicia
de Dios, en favor de aquellos que creen en Cristo Jesús. Por eso Pablo, lo
expresa así: “por fe y para fe” (RVR60). Otras versiones lo traducen como, “que de principio a fin es
por medio de la fe” (RVC). En otras palabras, tanto el recibir el
evangelio como el resto de mi vida, debe ser por fe. El inicio de mi vida en el
Señor, ha de iniciarse por la fe y por lo tanto, el fin de mi vida (en esta
tierra), he de vivirla por fe. Por lo tanto, si el inicio y el fin debo vivirlos
por fe, también debo vivir por fe, entre esos dos puntos de mi vida.
Para cerrar esta sección, el apóstol Pablo, justifica la vida de fe del
discípulo, en un texto de Habacuc 2.4: “He aquí
que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe
vivirá”. En el contexto de Habacuc, el autor se
queja con Dios, porque Él va a utilizar a los implacables babilonios, para
juzgar a Israel. ¿Cómo puede Dios usar a genta tan mala, para castigar a su
pueblo, por apartarse de sus caminos? La respuesta del Señor es que los
babilonios también, serán castigados; pero, solo los justos israelitas vivirán
por fe, aquellos que con humildad y firmeza, han confiado en Dios.
De la misma manera, Pablo, escribe que los creyentes
deben aceptar y vivir el evangelio de la justicia de Dios, solo por fe. Esta es
una de las frases distintivas de la reforma del siglo XVI: SOLA FIDE, solo por
fe. En esencia, es el evangelio, vivir y morir por la fe en la justicia plena
de Cristo Jesús, en favor nuestro. Estoy muy de acuerdo con la frase que
escribiera el Dr. John Stott: “Quienes son justos por fe también viven por fe”[7].
¿Cómo iniciaste tu caminar en el Señor? ¿Cómo están
caminando hoy? ¿Cómo crees que estarás al final de tus días? La respuesta debe
ser la misma: POR FE. Si no es así, debes venir a Cristo, y con humildad y un
corazón arrepentido, pedirle a Dios, que te dé la fe para creer en la justicia
de Dios que se revela en el evangelio; y así, inicies una nueva vida en fe.
CONCLUSIÓN
Estos versículos son clave para comprender todo el
resto del libro de Romanos, porque esta epístola es la presentación del
evangelio de Cristo, es la epístola del evangelio de Jesús. El Dr. Stott,
resumió estos versículos, al escribir que Pablo “se siente obligado a predicar
el evangelio en la capital del mundo. Más aun, está ansioso por hacerlo, porque
en el evangelio se ha revelado el modo justo de Dios de obrar la justicia de
los injustos”[8].
¿Qué es el evangelio
para ti, hoy? ¿Cómo vez el evangelio de Cristo? ¿Cómo una deuda, como el poder
y la justicia de Dios? ¿O más bien, te avergüenzas del evangelio, al punto de
que no vives por fe? Aquí encontramos una clave para compartir el evangelio con
otros, debemos creer en el poder de Dios y vivir por fe. Todo esto solo lo
lograrás, si estás creciendo en las Escrituras, y ellas son tu alimento diario.
Bibliografía
Lutero, M. (2008). Martín Lutero:
Intérprete bíblico. Buenos Aires, Argentina: Editorial Concordia.
Manley, G. (s.f.). Nuevo Auxiliar
Bíblico: Una introducción comprensiva al estudio de las Escrituras.
Barcelona: Editorial CLIE.
Stott, J. (2007). El mensaje de
Romanos. Buenos Aires, Argentina: Certeza Unida.
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