Lic. Maynor Agüero Obregón
INTRODUCCIÓN
¿Cuáles
son mis prioridades? ¿Qué nos están distrayendo de las verdades prioridades del
ministerio de la palabra? Pablo describe en 2 Corintios 4:1-6, las
prioridades de todo discípulo, debe tener en su servicio a Dios.
En el
texto, que el apóstol Pablo escribe a la iglesia en Corintio, les da cinco
prioridades de todo discípulo.
1)
CONOCIENDO
EL LLAMADO DE DIOS (v.1)
“Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio
según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos”
¿En
dónde radica el no desanimarse, a la hora de servir? Veamos las dos razones que
da Pablo, para no desanimarse.
a)
Pablo
tiene claro que el ministerio o servicio, que hace se debe a la misericordia de
Dios. O como lo dice otra versión: “Por eso, conscientes de que Dios nos ha
confiado, en su misericordia, este servicio” (La Palabra); Pablo tiene
claro de que lo que hace, lo hace porque Dios se lo ha permitido, es la
misericordia de Dios, la que actúa para que sirvamos.
b)
¡Qué
privilegio más hermoso nos ha confiado Dios! Tener un ministerio o servir, es
un privilegio que tenemos, y que el mismo Dios nos ha confiado. No es un asunto
de estatus o posición, el punto es reconocer la misericordia de Dios, en
aquello en que estoy sirviendo, y permitir que esa misma misericordia pueda
llegar a otras personas, por lo que hacemos.
Nuestro
fundamento y motivación de servicio debe ser Dios mismo; solo así no nos
desanimamos. Cuando comprendemos que nuestro llamado y ministerios, fue dado
por Dios, por su misericordia, no podemos desanimarnos; hacerlo sería renunciar
al mismo llamado de Dios.
2)
EXPLICANDO
LA PALABRA DE DIOS (v.2b)
“Antes bien renunciamos a lo
oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de
Dios,”
La
segunda prioridad que debemos tener es la explicación de la palabra de Dios.
Pablo es claro, que su ministerio no se caracterizó por adulterar las
Escrituras, no anunciar cosas ocultas o vergonzosas. Fue característico del
ministerio de Pablo: “anunciar todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27).
La
imagen que Pablo quiere mostrar, con adulterar, es la de un vendedor que le
echa agua a la leche, adulterando la calidad, para aumentar su ganancia,
engañando a sus clientes. Lo mismo sucede cuando le añadimos a la Palabra de
Dios, ideas ajenas a ella, disminuimos la pureza del evangelio, solo por
agradar a nuestra audiencia. Adulterar en griego (δολόω, G1389), puede significar: corromper, o en el
sentido de “manejar engañosamente, o con engaño”.
Nuestra
prioridad es explicar bien la Palabra de Dios, a toda persona, y en todo
momento. ¿Cómo explicamos la palabra de Dios? Lo hacemos al declarando la
palabra de la verdad, hablándola clara y trasparentemente. Además, de vivir en obediencia
a las Escrituras, que se explica.
3)
PROCLAMANDO
AL HIJO DE DIOS (v.5a)
“Porque no nos predicamos a
nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor”.
Esta
es la tercera prioridad, proclamar a Jesucristo. Es claro que no nos predicamos
a nosotros mismos, sino que nuestro centro y prioridad debe ser Jesús. En todo
ministerio cristiano, Cristo Jesús, debe estar en todo lo que hagan y se
anuncia. Es más, sin Cristo, cualquier ministerio e iglesia, deja de ser
cristiano.
El
consumismo religioso ha provocado que el evangelio sea considerado como un
producto más, que debe hacerme sentir bien o sino voy a buscar otra iglesia que
me hace sentirse bien conmigo mismo. Esto ha provocado que la vida en la
iglesia, sea medido a través de cómo me siento o me hacen sentir. El
sentimentalismo religioso, el “yoísmo” individualista, junto con la venta de la
fe; ha provocado una proclamación de “estrellas” y espectáculo “cristiano”, que
genera inmadurez y vidas desenfocadas de la verdad del evangelio.
Para
evitar este consumismo postmoderno, hay que predicar a Cristo y evitar
predicarnos a nosotros mismo. El mensaje del evangelio es Jesús como Señor y
Salvador, esa era la esencia del mensaje. Por lo que debemos renunciar a todo
mensaje, sea predicado o que lo escuchemos, que solo levante a otras personas,
y no a Cristo.
4)
SIRVIENDO
AL PUEBLO DE DIOS (v.5b)
“Y a nosotros como vuestros
siervos por amor de Jesús”.
Esta
prioridad, está ligada a la anterior. Si solo predicamos a Cristo Jesús,
nosotros nos somos siervos del pueblo de Dios, por amor de Jesús. Pablo no
estaba detrás de la fama, llenar su ego, o ser reconocido por otros, ni se ser
mejor o el más importante; él quería ser un siervo del pueblo de Dios, y lo
demostró con sus palabras, su vida y su ministerio.
Nosotros
debemos de seguir los pasos de Pablo, servir a otros. Nuestra autoridad, ante
el mundo, se deriva del llamado de Dios y el servicio a otros. Una vez que
tenemos claro nuestro llamado, la prioridad de las Escrituras en todo, junto
con la proclamación de Jesucristo, como el Hijo de Dios, nos podremos ver a
nosotros mismos como simples servidores de Dios, para servir al mundo.
5)
CREYENDO
EN EL PODER DE DIOS (v.3,4,6)
3Pero si nuestro evangelio
está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4en
los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para
que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es
la imagen de Dios… 6Porque Dios, que mandó que de las tinieblas
resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
La última prioridad como iglesia y discípulos, es
creer en el gran poder de Dios. Todas las anteriores prioridades se pueden
realizar, si crees que el gran poder de Dios está actuando en tu vida y
ministerio.
Lo mismo pasó con Pablo, el creí en el poder de Dios
que operaba a través de su ministerio. Pero, sus críticos pensaban diferente,
porque decían tenían otra idea de lo que se debía esperar como resultado, de la
predicación del apóstol. El apóstol estaba claro de su llamado, de la
predicación bíblica que hacía de Cristo Jesús, de que estaba para servir al
pueblo de Dios y que todo lo que hacía, era por el poder de Dios; así, que los
resultados de su ministerio eran según el propósito de Dios.
¿Cómo interpreta Pablo, su quehacer ministerial? Lo
hace teniendo claro dos realidades:
a)
La ceguera
espiritual (v.3-4): Hay una fuerza satánica, “el dios de este siglo”, que
se encarga de producir ceguera en las personas para que rechacen el evangelio.
Esta fuerza está operando en el mundo, y hay que luchar contra ella. Si las
personas no logran comprender el evangelio, es por causa del velo que el
enemigo les pone, para que no puedan vivir de acuerdo al evangelio de Cristo.
¿Cómo se vence la influencia del dios de este siglo?
b)
La
iluminación espiritual (v.5): Así que el mundo está
en ceguera, y es el Espíritu Santo el encargado de producir la iluminar
espiritual. Pablo está pensando en Génesis 1:2-3, donde la tierra estaba en
tinieblas y por la palabra de Dios, se iluminó todo. Si él no hizo al
principio, ¿por qué no puede hacerlo hoy? Es a través de la proclamación de
Cristo que tenemos la certeza de que serán iluminadas las personas y
comprenderán el evangelio. Solo a través de la predicación del evangelio, es
que las personas pueden ser llevadas del reino de las tinieblas a la luz
admirables. Si crees en esto, crees en el poder de Dios, para cambiar el mundo.
CONCLUSIÓN
¿Cuáles son nuestras prioridades? El texto nos ha dado
cinco, y ahora nos toca a nosotros orientar nuestras vidas, nuestras familias y
nuestra iglesia hacia ellas. Creo que eso nos hará acercarnos más al llamado
que Dios nos ha dado como iglesia, y disfrutar de lo que hacernos para la
gloria de Dios. Así que evalúa tu vida y ministerio, orientarlos según las
prioridades que hemos visto.
Para ayudarte a recordarla, te las resumo en
cuatro palabras: llamado, palabra, Jesús, servicio y poder. Las explico: (1)
debes tener claro el llamado de Dios en tu vida; (2) debes explicar la Palabra
de Dios, en todo lo que dices y haces; (3) debes proclamar al Jesús, como el
Hijo de Dios; (4) debes servir al pueblo de Dios; y (5) debes creer en el poder
de Dios, actuando en tu vida para transformar el mundo.
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