lunes, 2 de septiembre de 2013

PRIORIDADES DE UNA IGLESIA DEL REINO DE DIOS


Lic. Maynor Agüero Obregón
INTRODUCCIÓN
¿Cuáles son mis prioridades? ¿Qué nos están distrayendo de las verdades prioridades del ministerio de la palabra? Pablo describe en 2 Corintios 4:1-6, las prioridades de todo discípulo, debe tener en su servicio a Dios.
En el texto, que el apóstol Pablo escribe a la iglesia en Corintio, les da cinco prioridades de todo discípulo.

1)    CONOCIENDO EL LLAMADO DE DIOS (v.1)
Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos”
¿En dónde radica el no desanimarse, a la hora de servir? Veamos las dos razones que da Pablo, para no desanimarse.
a)   Pablo tiene claro que el ministerio o servicio, que hace se debe a la misericordia de Dios. O como lo dice otra versión: “Por eso, conscientes de que Dios nos ha confiado, en su misericordia, este servicio” (La Palabra); Pablo tiene claro de que lo que hace, lo hace porque Dios se lo ha permitido, es la misericordia de Dios, la que actúa para que sirvamos.
b)   ¡Qué privilegio más hermoso nos ha confiado Dios! Tener un ministerio o servir, es un privilegio que tenemos, y que el mismo Dios nos ha confiado. No es un asunto de estatus o posición, el punto es reconocer la misericordia de Dios, en aquello en que estoy sirviendo, y permitir que esa misma misericordia pueda llegar a otras personas, por lo que hacemos.
Nuestro fundamento y motivación de servicio debe ser Dios mismo; solo así no nos desanimamos. Cuando comprendemos que nuestro llamado y ministerios, fue dado por Dios, por su misericordia, no podemos desanimarnos; hacerlo sería renunciar al mismo llamado de Dios.

2)    EXPLICANDO LA PALABRA DE DIOS (v.2b)
“Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios,”
La segunda prioridad que debemos tener es la explicación de la palabra de Dios. Pablo es claro, que su ministerio no se caracterizó por adulterar las Escrituras, no anunciar cosas ocultas o vergonzosas. Fue característico del ministerio de Pablo: “anunciar todo el consejo de Dios” (Hechos 20:27).
La imagen que Pablo quiere mostrar, con adulterar, es la de un vendedor que le echa agua a la leche, adulterando la calidad, para aumentar su ganancia, engañando a sus clientes. Lo mismo sucede cuando le añadimos a la Palabra de Dios, ideas ajenas a ella, disminuimos la pureza del evangelio, solo por agradar a nuestra audiencia. Adulterar en griego (δολόω, G1389), puede significar: corromper, o en el sentido de “manejar engañosamente, o con engaño”.
Nuestra prioridad es explicar bien la Palabra de Dios, a toda persona, y en todo momento. ¿Cómo explicamos la palabra de Dios? Lo hacemos al declarando la palabra de la verdad, hablándola clara y trasparentemente. Además, de vivir en obediencia a las Escrituras, que se explica.

3)    PROCLAMANDO AL HIJO DE DIOS (v.5a)
“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor”.
Esta es la tercera prioridad, proclamar a Jesucristo. Es claro que no nos predicamos a nosotros mismos, sino que nuestro centro y prioridad debe ser Jesús. En todo ministerio cristiano, Cristo Jesús, debe estar en todo lo que hagan y se anuncia. Es más, sin Cristo, cualquier ministerio e iglesia, deja de ser cristiano.
El consumismo religioso ha provocado que el evangelio sea considerado como un producto más, que debe hacerme sentir bien o sino voy a buscar otra iglesia que me hace sentirse bien conmigo mismo. Esto ha provocado que la vida en la iglesia, sea medido a través de cómo me siento o me hacen sentir. El sentimentalismo religioso, el “yoísmo” individualista, junto con la venta de la fe; ha provocado una proclamación de “estrellas” y espectáculo “cristiano”, que genera inmadurez y vidas desenfocadas de la verdad del evangelio.
Para evitar este consumismo postmoderno, hay que predicar a Cristo y evitar predicarnos a nosotros mismo. El mensaje del evangelio es Jesús como Señor y Salvador, esa era la esencia del mensaje. Por lo que debemos renunciar a todo mensaje, sea predicado o que lo escuchemos, que solo levante a otras personas, y no a Cristo.

4)    SIRVIENDO AL PUEBLO DE DIOS (v.5b)
“Y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús”.
Esta prioridad, está ligada a la anterior. Si solo predicamos a Cristo Jesús, nosotros nos somos siervos del pueblo de Dios, por amor de Jesús. Pablo no estaba detrás de la fama, llenar su ego, o ser reconocido por otros, ni se ser mejor o el más importante; él quería ser un siervo del pueblo de Dios, y lo demostró con sus palabras, su vida y su ministerio.
Nosotros debemos de seguir los pasos de Pablo, servir a otros. Nuestra autoridad, ante el mundo, se deriva del llamado de Dios y el servicio a otros. Una vez que tenemos claro nuestro llamado, la prioridad de las Escrituras en todo, junto con la proclamación de Jesucristo, como el Hijo de Dios, nos podremos ver a nosotros mismos como simples servidores de Dios, para servir al mundo.

5)    CREYENDO EN EL PODER DE DIOS (v.3,4,6)
3Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; 4en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios… 6Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
La última prioridad como iglesia y discípulos, es creer en el gran poder de Dios. Todas las anteriores prioridades se pueden realizar, si crees que el gran poder de Dios está actuando en tu vida y ministerio.
Lo mismo pasó con Pablo, el creí en el poder de Dios que operaba a través de su ministerio. Pero, sus críticos pensaban diferente, porque decían tenían otra idea de lo que se debía esperar como resultado, de la predicación del apóstol. El apóstol estaba claro de su llamado, de la predicación bíblica que hacía de Cristo Jesús, de que estaba para servir al pueblo de Dios y que todo lo que hacía, era por el poder de Dios; así, que los resultados de su ministerio eran según el propósito de Dios.
¿Cómo interpreta Pablo, su quehacer ministerial? Lo hace teniendo claro dos realidades:
a)   La ceguera espiritual (v.3-4): Hay una fuerza satánica, “el dios de este siglo”, que se encarga de producir ceguera en las personas para que rechacen el evangelio. Esta fuerza está operando en el mundo, y hay que luchar contra ella. Si las personas no logran comprender el evangelio, es por causa del velo que el enemigo les pone, para que no puedan vivir de acuerdo al evangelio de Cristo. ¿Cómo se vence la influencia del dios de este siglo?
b)   La iluminación espiritual (v.5): Así que el mundo está en ceguera, y es el Espíritu Santo el encargado de producir la iluminar espiritual. Pablo está pensando en Génesis 1:2-3, donde la tierra estaba en tinieblas y por la palabra de Dios, se iluminó todo. Si él no hizo al principio, ¿por qué no puede hacerlo hoy? Es a través de la proclamación de Cristo que tenemos la certeza de que serán iluminadas las personas y comprenderán el evangelio. Solo a través de la predicación del evangelio, es que las personas pueden ser llevadas del reino de las tinieblas a la luz admirables. Si crees en esto, crees en el poder de Dios, para cambiar el mundo.

CONCLUSIÓN

¿Cuáles son nuestras prioridades? El texto nos ha dado cinco, y ahora nos toca a nosotros orientar nuestras vidas, nuestras familias y nuestra iglesia hacia ellas. Creo que eso nos hará acercarnos más al llamado que Dios nos ha dado como iglesia, y disfrutar de lo que hacernos para la gloria de Dios. Así que evalúa tu vida y ministerio, orientarlos según las prioridades que hemos visto. 
Para ayudarte a recordarla, te las resumo en cuatro palabras: llamado, palabra, Jesús, servicio y poder. Las explico: (1) debes tener claro el llamado de Dios en tu vida; (2) debes explicar la Palabra de Dios, en todo lo que dices y haces; (3) debes proclamar al Jesús, como el Hijo de Dios; (4) debes servir al pueblo de Dios; y (5) debes creer en el poder de Dios, actuando en tu vida para transformar el mundo.

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