Lic. Maynor Agüero Obregón
Texto: Isaías
9:1-7
Contexto actual
Hay varios
indicadores que nos dicen que nuestro mundo contemporáneo es muy difícil. Al
llegar diciembre, hay un marcado pesimismo que es disimulado con el consumismo,
expresado en las compras compulsivas de regalos y el gasto desmedido, que se
hace.
La época de
navidad ha dejado de ser un tiempo de reflexión y celebración cristiana, para
convertirse en un tiempo de gasto, celebraciones caracterizadas por la eliminación
del verdadero sentido de la navidad. Hay un bombardeo por secularizar la
navidad, o sea, eliminar cualquier distintivo cristiana de esta época. Vienen
películas donde el personaje principal es Santa Claus; anuncios en la
televisión, con un “jo, jo, jo, feliz navidad”. Los adornos están llenos de
éste persona, de tal manera que la navidad se identifica más con Santa Claus,
que con Jesucristo. Ese cambio, está creando un ambiente de tinieblas en
navidad.
¿Por qué
tinieblas? Porque si apagamos la razón de la navidad, estamos haciendo todo lo
que se hace en navidad: regalos, decoración, cenas, celebraciones y otras, no
tiene ningún propósito. En medio de esta realidad, ¿qué dice la Biblia? ¿Cuál
es la propuesta bíblica, frente al avance de las tinieblas en nuestra época?
Contexto del texto
A los escritos
proféticos de Isaías, se les coloca al principio de los libros proféticos, no
solo por su extensión, sino por la predominante referencia al Mesías, de quien
todos los profetas dieron testimonio; tanto que justamente se le apellida el
Profeta Evangélico, y hasta hubo escritores antiguos que lo llamaron el quinto
evangelista. En cuanto al contenido de las profecías, es de primerísima
importancia y utilidad: sirve para convencer de pecado, instruir en el deber y
consolar en la aflicción. El método de las profecías de Isaías es reprochar el
pecado y las amenazas de castigo, y luego, están las palabras de consuelo[1].
EL
capítulo 9 es la continuación de las palabras proféticas, iniciadas en el
capítulo 8; donde se profetiza el éxito del rey de Asiria contra Damasco
(Siria), Samaria (Israel) y Judá, que los dos primeros serán devastados y el
tercero, le proporcionará un gran susto. Así, que en una gran tinieblas está
cubriendo al pueblo de Dios. En Isaías 8.22, describe la realidad de la nación
de Israel y Judá: “Y mirarán a la
tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán
sumidos en las tinieblas”. Similar
a nuestra realidad contemporánea, que cada día se llena más de oscuridad,
angustia y tribulación. ¿Qué nos puede decir el texto, para que vivamos un
verdadero tiempo de navidad?
Hay
tres cosas que Dios hará en medio de las tinieblas del pueblo de Judá, que
debemos imitar.
1)
Una luz gloriosa hará desaparecer las
tinieblas (v.1-2).
Estas tribus habían caído en manos de sus enemigos y estaban en tinieblas;
pero, Dios promete que la luz volvería a brillar en esas tierras, porque las
sombras de la muerte no podrán prevalecer durante mucho tiempo.
Este
es un llamado a ser luz en medio de un mundo sumergido en tinieblas: “Ustedes son la luz del mundo. Una
ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se
enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en
la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan
brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de
ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”
(Mateo 5:14-16, NVI).
Debemos ser los portadores de la luz del evangelio de Cristo, a todos aquellos
que nos rodean y aún llevarlo a más personas, que no tendrán más luz, en sus
vidas que la que les podamos dar. Sé en esta navidad una luz de esperanza, a
una persona.
2)
Un incremento del regocijo y la
alegría (v.3).
El profeta habla en términos de una realización de la promesa: “Tú aumentaste el regocijo, y acrecentaste
la alegría” (RVC). Dios ya lo hizo, eso es lo que hay que celebrar y
alegrarnos. Dios sigue actuando y por lo tanto, debemos celebrar, adorarle, dar
acciones de gracia y alabanza. ¿Por qué? Porque Dios ha aumentado la alegría y
el gozo, en Cristo Jesús está la máxima expresión de regocijo. Navidad es un
tiempo para llevar alegría y regocijo a otros. Sé en esta navidad una sonrisa,
que lleve gozo a una persona, que está pasando dolor, tribulación y tristeza.
3)
Hará libertad (v.4-5). No se sabe con claridad a qué
liberación próxima se refiere el pasaje; probablemente se refiera a la
intervención silenciosa y milagrosa de Dios para impedir que Senaquerib se
hiciese amo de Jerusalén. Pero, el pasaje va más allá de ese momento, llega al
N.T., al momento de la apareciendo del libertador de todos los oprimidos, como
bien fue declarado por el mismo Señor Jesús: “El
Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas
nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar
vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18). El objetivo del evangelio es
quebrantar el yugo del pecado y de Satanás, quitar la pesada carga de la culpa
y de la corrupción, para otorgarnos la gloriosa libertad en Cristo Jesús.
La
navidad debe ser un tiempo para reflexionar en la libertad que Jesucristo nos
dio, y a la vez, nos debe hacer actuar para que otros escuchen de la libertad
que significa estar en Cristo.
¿Cómo vas a pasar la navidad? Puedes pasarla
igual a todo el mundo, o hacer la diferencia al llevar el evangelio de la luz,
el gozo y la libertad de Cristo, a un mundo cada vez más sumergido en la
oscuridad, la tristeza y la esclavitud. Una forma interesante, es poder
colaborar con la fiesta que se está organizando para unos 100 niños en riesgo
social, para que puedan disfrutar de la alegría, y así presentarles la luz y la
libertad que se tiene en Cristo Jesús.
CONCLUSIÓN
Por
último, ¿cómo hará Dios esto? De la forma más hermosa y paradójico, el
nacimiento de un niño, el Mesías, Emanuel (7.14). Desde el mismo nacimiento se
marcará el estilo de vida y obra del ministerio de Jesús (v.6): su humillación y su exaltación; al
darle cuatro calificativos: (a) maravilloso consejero, (b) Dios fuerte, (c)
Padre eterno, y (d) Príncipe de paz.
Además,
su trono está por encima de todo (v.7). Este gobierno divino (a) se irá
extendiendo y dilatando, (b) será un imperio de paz ilimitado, (c) será
administrado por la prudencia y equidad, y (d) el mismo Dios se compromete a
poner esto por obra
Quiero
terminar con una reflexión de adviento del pastor y teólogo colombiano, Harold
Segura: “Seguir a Jesús significa vivir a la espera;
significa vivir bajo la certeza de que existe un mañana mejor. Ni las alegrías
fugaces de este mundo, ni las tristezas duraderas tienen la última palabra. Ni
las prosperidades de los pocos, ni las miserias de los muchos se mantendrán así
por siempre. Creer en Jesús es creer en el triunfo de la justicia sobre la
injusticia, de la paz sobre las guerras, del amor sobre el odio. Pero, la
esperanza cristiana no es como aquellas que nos invitan a mirar el futuro sin
hacer nada que cambie el presente. Es, por el contrario, una esperanza que
trasforma nuestra manera de ser y de estar en este mundo. Por creer que el
mañana será mejor, ya no se soporta cualquier presente y se lucha para
transformarlo”[2].
Sé el cambio que quieres ver. Celebra la
navidad de la manera que quieres que el otros la celebren. Lleva la luz del
evangelio, el gozo de la redención, y la libertad en Cristo a todos los que te
rodean, para que celebremos juntos que “un
niño nos es nacido, hijo nos es
dado, y el principado sobre su
hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo
dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su
reino, disponiéndolo y confirmándolo en
juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará
esto”.
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