lunes, 10 de noviembre de 2014

La Biblia y la Educación Cristiana

¿Cómo se define la educación, desde una perspectiva bíblica?
La educación es el proceso de enseñanza-aprendizaje, que comprende toda una serie de instrucción y disciplina, que tienden a: iluminar el entendimiento, corregir el temperamento, formar hábitos de los jóvenes y prepararlos para que sean útiles en sus futuras posiciones[1].
Al decir que la educación es cristiana, nos estamos refiriendo a que el origen, fundamento, centro y finalidad de la educación es Cristo Jesús, como la principal piedra del ángulo (Efesios 2:20; 1 Pedro 2:4-5).
¿Cuál debe ser el propósito último de la educación cristiana?
En nuestra sociedad, se nos ha dicho que debemos estudiar para tener un buen trabajo y futuro. Aunque ese propósito, tiene su correcta ubicación; no es el propósito último de la educación cristiana.
El propósito principal de la educación es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. La gloria de Dios debe ser la razón para educar a nuestros niños; para que cuando desarrollen su llamado lo hagan para la gloria de Dios.
¿Quiénes son los responsables de la educación de los niños? Los responsables de llevar a cabo la labor educativa es la familia. La iglesia es la otra institución con responsabilidad de enseñar, pero difiere de la familia. La iglesia es columna y baluarte de la verdad (1 Timoteo 3:15); por lo tanto, tiene la encomienda de instruir en todo el consejo de Dios (Hechos 20:27), a cada uno de los miembros integrantes, principalmente a los padres de familia.
La iglesia tiene el deber de desarrollar la función profética hacia la sociedad. Porque predica (declara) la verdad de Dios, señalando el camino de la verdad y amonestando a los que van por la senda del engaño, el pecado y la mentira.
La familia debe instruir a los hijos en el temor del Señor; heredarles la fe, a través del ejemplo y el modelaje; dirigirlos a través de la educación formal, para que adquieran las habilidades y competencias básicas, para desenvolverse en la sociedad.

Fundamento Bíblico de la educación
Al ser las Escrituras la revelación de Dios, puesto en un lenguaje humano, necesita de un proceso de aprendizaje para comprender sus verdades, para obedecerlas y vivir de acuerdo a dichas verdades divinas.
La educación es esencial en toda la revelación redentora. Es básica en el relato bíblico de la salvación. Por eso es que las Escrituras tienen una composición muy particular, porque está diseñada para ser un libro en instruya, a través de relatos, la fe de hombres y mujeres que sirvieron a Dios. Además, de tener instrucciones concretas (como las epístolas del Nuevo Testamento), en su gran mayoría son historias de seres humanos experimentaron la gracia de Dios y cómo lograron vivir de acuerdo a su fe.
Los siguientes son algunos de los pasajes, que hablan de la forma en que las Escrituras hablan de la educación de la siguiente generación. De paso, afirmar que la educación es una de las responsabilidades de las familias. 
1)    Instrucción a la siguiente generación
Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él (Génesis 18:19).
Dios mismo hace referencia que Abraham sería un padre que entregaría un mandato a la siguiente generación. Él los educaría a sus hijos, para que:
(a)  Guarden el camino del Señor.
(b)  Vivan por la justicia y juicio.
Es claro, que Dios tenía una expectativa educativa, que Abraham debía cumplir. En eso consistía el cumplimiento de la promesa hecha al patriarca.
En otras palabras, la promesa que se le hace a Abraham, incluía a toda una generación de descendientes. Para que ellos, siguieran en el camino trazado por Dios, a Abraham, él debía instruir a la siguiente generación, para que estos lo hicieran con la siguiente y así, sucesivamente. Cuando Dios cumpla su promesa, la generación que es receptora de la bendición (promesa hecha realidad), sepan por qué están recibiendo eso; no es por lo bueno o maravillosos que son, sino por la promesa hecha a Abraham, muchas años atrás.
La generación que fue liberada y entró en la tierra prometida, recibió esta bendición, por la promesa hecha a Abraham, Isaac y Jacob. Ellos solo disfrutaron del cumplimiento de la promesa. Eso es lo que vivimos cada uno de los creyentes, somos receptores de las bendiciones de Dios, sus promesas cumplidas; pero, que fueron prometidas en el pasado, en Cristo Jesús.
Esta promesa de cumplió más de 400 años después, cuando el pueblo de Israel es liberado de la opresión de Egipto e introducida en la tierra prometida. En Éxodo 2:23-25, se narra la forma en que Dios reconoció al pueblo de Israel, en estos términos:
Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre. Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios.
¿Cómo comprender el texto? Cuando los hijos de Israel clamaron a Dios, él los oyó y se acordó del “Pacto con Abraham, Isaac y Jacob”. La liberación que siguió, es el resultado de la promesa hecha a los patriarcas. Debido a que guardaron la promesa hecha a Abraham, Dios cumplió lo que dijo.
Como discípulos de Cristo, en el siglo XXI, debemos hacer lo mismo. El discipulado es la forma en que podemos entrenar a la siguiente generación, en las promesas escritas en la Biblia. Si no logramos conquistar su corazón y volverlos a Dios, Dios no cumplirá sus promesas hechas para las siguientes generaciones. Hay que leerles todos los días, las Escrituras para que conozcan, obedezcan y vivan por las promesas bíblicas.
2)    Padres instruyendo en la fe
Y cuando entréis en la tierra que Jehová os dará, como prometió, guardaréis este rito. Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró. (Éxodo 12:25-27)
Los Israelitas están a punto de ser testigos del último de las plagas, que Dios enviaría sobre Egipto. Y cuando Dios da la instrucción de cómo se salvarían del ángel de la muerte, instruye al pueblo de que repitan el rito por sus generación, ¿para qué? Para que se vuelva en un medio de instruir a los hijos, en la fe. Ellos debían conocer la razón de por qué celebraban anualmente la pascual, para recordarles que fueron esclavos y que la mano poderosa de Dios, los liberó. La pascua era un símbolo para educar en la fe, a los hijos. Era responsabilidad de los padres, que eran los que debía celebrar la pascual en el hogar, instruir a sus hijos.
Eso nos señala la importancia que tiene la adoración o culto familiar; donde los padres deben instruir en la fe a los hijos. Actualmente, tenemos un rito que representa la nueva pascual: la cena del Señor. Esta fue instituida por el Señor, como un símbolo (sacramento) para instruirnos en la fe. Es un recordatorio de que éramos esclavos del pecado; pero, la poderosa gracia de Dios, nos liberó a través de la muerte del cordero pascual, Cristo Jesús.
Esa es la forma, en que los padres deben educar a sus hijos en la fe. Ellos deben preguntar: ¿por qué una vez al mes, participamos de la cena del Señor? ¿Qué significa eso? ¿Por qué lo repiten una y otra vez? Son los padres, los encargados de dar la instrucción a sus hijos, para que su fe se afirme en Cristo Jesús.
3)    Mandato a los padres de instruir a los hijos
Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas (Deuteronomio 6:1-9).
Moisés está instruyendo a la generación que va a entrar a la tierra prometida. Ellos están listos para tomar la tierra, que sus padres les dio miedo tomar. Ahora están siendo instruidos para que al tomar posesión de la tierra, no olviden de donde han venido e instruyan a la siguiente generación.
Obsérvese la reiteración de: “tú, tu hijo y el hijo de tu hijo”. Hay un mandamiento a educar por el principios trigeneracional (padre, hijo y nieto). Dios sabía que si algo va a perdurar por mucho tiempo, se requiere tres generaciones para lograrlo. Recuerda, Dios es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Ese es el principio de tres generaciones.
Como una regla general, cualquier cosa que Dios construya, dura al menos tres generaciones. Y como regla, se toma por lo menos tres generaciones para que un rasgo de carácter sea implantado, o reemplazado en una familia[2], una iglesia o una nación. La educación cristiana debe alcanzar a los hijos y los nietos, para lograr un cambio en nuestra nación, para la gloria de Dios.
4)    Instrucción a los hijos, para que aprendan a oír a Dios
(1:8) Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre. (2:1) Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti. (3:1) Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos. (4:1) Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura. (5:1) Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído (Proverbios 1:8; 2:1; 3:1; 4:1; 5:1).
El libro de Proverbios tiene el propósito de instruir en las verdades bíblicas. Proverbios ofrece sabiduría de vida, especialmente a los más jóvenes[3]. En estos textos, hay un mandato a los hijos, para que escuchen, sigan y obedezcan a sus padres. El aprendizaje inicia por oír lo que se nos enseña.
Mi padre tenía un dicho: “veo, oye y calla, que el mundo hay que gozar”. De nuestros sentidos, debemos utilizar más nuestro oído, que nuestra boca. El libro de Proverbios da la instrucción a los niños y jóvenes, a oír las instrucciones, para que les vaya bien.
Los padres deben hablares a sus hijos, la verdad de Dios; instruirlos en la sabiduría bíblica. La educación cristiana parte de enseñarles a los alumnos a oír, para que aprendan a obedecer a Dios y sus mandamientos.
5)    Los padres son los responsables de transferir los valores, cultura y religión a los hijos
El estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la notificasen a sus hijos; para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios; que guarden sus mandamientos, y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu (Salmo 78:5-8).
Es Dios quien toma la iniciativa, para establecer testimonio y ley entre su pueblo escogido. Pero, les da una orden a los padres, para que lo notifique, instruyan o enseñen a la siguiente generación, para que ellos a su vez lo hagan con la próxima generación. ¿Cuál es el resultado de cumplir este mando? El texto describe cuatro resultados:
      a)    Confianza en Dios.
      b)    No olvidar la obra de Dios.
      c)    Cumplir los mandamientos.
      d)    No ser rebeldes a Dios.
Cuando notamos que estos resultados no se muestran en la siguiente generación, es porque los padres no están instruyendo a los hijos en el Señor. Hay una gran responsabilidad que los padres tienen, al educar a sus hijos.
6)    Mandato a los padres a instruir a los hijos, en el Señor
Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4)
Este es uno de los textos más utilizados, en cuanto a la educación de los hijos. Se ha escrito mucho, por eso, solo haremos algunas afirmaciones, para comprender mejor el texto y sus implicaciones educativas.
En primer lugar, el texto de este pasaje, en términos de la orden a los padres de educar a sus hijos, es todos los pasajes anteriormente descritos. Pablo, basa su mandato a los padres, teniendo claro que su responsabilidad bíblica es criarlos en disciplina y amonestación del Señor. En otras palabras, la verdadera crianza cristiana es del Señor; es el Señor el que establece el propósito y la forma de criar a los hijos. Y, ¿dónde se encuentra esto? En las escrituras; por eso, es responsabilidad de los padres leer y estudiar la Biblia, para educar a sus hijos en el Señor.
En segundo lugar, el texto tiene un mandato negativo: “no provoquéis a ira”, y uno positivo: “criadlo en disciplina y amonestación”. Señala lo que no debemos hacer, y nos indica lo que debemos hacer. No hay forma de evadirlo. O criamos a nuestros hijos en el Señor, o los provocamos a ira.
Por último, ¿cómo los criamos en disciplina y amonestación? Haciendo lo que dicen los textos anteriores. Pablo no se detiene a explicar cómo hacerlo, porque está dando un mandato a los padres, que deben dirigir sus hogares y sus hijos, según las escrituras del Antiguo Testamento. Por eso, deben conocer e instruir a sus hijos, en las verdades expuestas en estos libros sagrados.

¿Por qué debo educar cristianamente, en una escuela o colegio?
Daremos respuesta, con una serie de declaraciones de las razones de por qué educar cristianamente. Cada proposición nos ayuda a comprender la importancia de fundar escuelas y colegios cristianos, donde la verdad las Escrituras, el Dios creador, la centralidad de Jesucristo, la presencia del Espíritu Santo y otras doctrinas cristiana, son básicas y eje del trabajo educativo.
1)    La enseñanza es eje vital para el discipulado de las personas, las familias, la iglesia y la nación.
2)    La batalla cósmica es una batalla por enseñar la verdad o la mentira.
3)    Los estudiantes necesitan aprender la verdad de Dios, en sus vidas y del universo.
4)    La verdad de Dios es comprensible y comunicable; por lo tanto, hay que comunicarla  en todas las áreas de la vida, incluyendo la educación y la erudición.
5)    No hay separación entre la verdad espiritual y natural; por lo tanto, enseñar la verdad es un asunto de describir cómo Dios ha creado (cosmología), cómo funciona (ciencia) y el destino final (escatología) de todo el universo.
6)    Jesús es Señor y Soberano de todo, incluyendo en el área de la educación.
7)    Dios se ha comunicado y quiere que todos conozcan Su verdad revelada en la creación y las Escrituras; eso significa que debemos seguir su ejemplo, comprender su verdad, vivir por Su palabra y trasmitir su revelación escrita.
8)    Educar no es solo un asunto de trasmitir información. Es un proceso de transformación al discipular a los estudiantes, al iluminar el entendimiento, corregir su temperamento, formar nuevos hábitos y prepararlos para que sean útiles para la vida.
9)    La enseñanza es un mandato a las familias y la iglesia. Es consecuencia, una escuela cristiana deriva su razón de ser de la familia y la iglesia de Cristo.
10)  Dios ha mostrado su bondad, poder y sabiduría en todo lo creado. Cada asignatura o área de la erudición humana, debe enseñar la bondad, poder y sabiduría de Dios, a cada estudiante.

El Centro Educativo Semillas: una propuesta de educación cristiana
El Centro Educativo Semillas es fundado en el 2000, como una iniciativa de varias familias de nuestra congregación, que deseaban instruir a sus hijos bajo los principios bíblicos. Con 16 estudiantes y siete docentes, se emprendió la labor educativa, que hoy desarrolla la institución. Actualmente, contamos con 110 estudiantes y unos 25 docentes y administrativos; contando con el reconocimiento de todos los niveles de preescolar, primaria y colegio.
Tenemos 15 años, de estar desarrollando la tarea de educar según el patrón bíblico. Una labor que nos ha costado dinero, tiempo, esfuerzo y mucha dedicación. Nos falta mucho que aprender y hacer. Por eso, afirmamos lo que Pablo escribió: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).
¿De dónde surgió el nombre de Semillas? El nombre se dio por la definición de la palabra principio, que significa “es la causa, fuente u origen de cualquier cosa; aquello de lo que algo procede[4]”. Un principio es la semilla, la fuente de la verdad. Y el término semilla se define como “aquello de lo cual alguna cosa brota, el primer principio; el origen[5]”.
Ambas palabras, están relacionadas entre sí, pues nos señalan la fuente u origen de algo; o sea, ideas o patrones de pensamientos. Al igual que toda la información genética necesaria para que se desarrolle una planta entera, se encuentra almacenada en una semilla[6], así funcionan los principios. Así, que la institución que se fundó quiere colocar los principios, cual semillas, en la vida de los estudiantes para que vivan por principios bíblicos.
Los estudiantes, son como un jardín, que reproduce los pensamientos y los expande. Por eso afirmamos que es parte del trabajo educativo de nuestra institución es:
a)    Sembrar un patrón de pensamiento bíblico en la mente de los alumnos.
b)    Regarlo diariamente, con el ejemplo de la vida de Cristo a través del Espíritu Santo, con paciencia, amor, ejemplo y constancia, para que se enraíce y crezca.
c)    Dar en medio del proceso de crecimiento dirección, discernimiento y enseñar la verdadera sabiduría para aplicar el Señorío de Cristo en todas las áreas de la vida.
Al proceso de enseñar a los alumnos a pensar con patrones de pensamientos bíblicos, utilizando las diferentes áreas del conocimiento es a lo que llamaremos Educación por Principio. En otras palabras, usamos estos principios para expresar la naturaleza de Dios en todas las áreas del conocimiento, por medio de enseñarlas a través de la materia usada para disciplinar la mente de nuestros alumnos (Colosenses 1:16-18; Romanos 11:36).
Esto nos lleva a definir la Educación por Principios como un método donde se utilizan siete principios bíblicos educacionales, que hacen que las verdades de la Palabra de Dios sean la base de cada materia en el currículo escolar[7], para lograr en los estudiantes sean iluminados en su entendimiento, se les corrija el temperamento, se formen buenos  hábitos y prepararlos para que sean útiles en sus futuras posiciones de autoridad.
Todo esto lo haremos en el contexto diario del proceso de enseñanza-aprendizaje que se vive en la institución educativa y el hogar. De ahí el lema de la institución: “Enseñando por principios, viviendo por principios”.
La educación que impartimos tiene siete principios educacionales, que cual hilo que une toda la tela del conocimiento humano. Estos principios se utilizan como herramienta a la hora de forjar el carácter y enseñar las asignaturas. Estos siete principios educacionales:

a)    Autogobierno.
b)    Unidad y Unión
c)    Individualidad
d)    Mayordomía
e)    Siembra y cosecha
f)     Carácter Cristiano
g)    Poder y forma.







[1] Cita por McDowell, Stephen y Beliles, Mark. “Liberando las Naciones”. Pág. 41-42
[2] Peacocke, D. (2003). Haciendo negocios a la manera de Dios. 1° Edición, Guatemala: Velagon Internacional, pág. 41.
[3] Van Deursen, Frans (s.f.). Proverbios. Barcelona, España: FELIRE, pág. 56
[4] Citado por Velásquez, Carlos. “Viviendo por Principios”. Pág. 6
[5] Castellanos, José. Idem.  Pág. 47
[6] La semilla es el símbolo natural de lo que deseamos llevar a cabo, darles semillas de verdad para que germinen en sus vidas y den fruto apacible de justicia.
[7] Jehle, Paul. “Educación por Principios Bíblicos”. Pág. 15

SERMONES DE PEDRO

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