Lic. Maynor Agüero Obregón
Introducción
El
inicio del año, nos planteamos metas personales, familiares, ministeriales,
profesionales y otras.
Las
metas son la forma en que damos mantenimiento a nuestras vidas, siempre que las
logremos cumplir. Dan vitalidad y sentido a todo lo que hacemos. Las metas nos
orientan en el trabajo futuro; la disciplina nos ayuda a ponerla por obra, en
el presente.
La
experiencia de las canoas de mi casa, al no darle una limpieza en estos años,
se llevó de un musgo que ocupaba el espacio para desaguar el agua. A sí ocurre
con nuestras vidas sino revisamos qué estamos haciendo y por qué.
Por
eso preguntarnos para qué nos creó Dios, por qué estoy en esta tierra, hacia
dónde voy, cuáles serán las metas que Dios aprueba y así, seguirlas.
Por
eso, quiero hacer el planteamiento de tres metas divinas, o metas que emanen de
las escrituras y el deseo de Dios, para nuestras vidas, para que sean el norte en
todo lo que hagamos este año.
1) Transformar nuestras vidas.
Jesús
nos mostró cómo vivir para la gloria de Dios. La relación trinitaria es un
modelo a seguir en nuestras relaciones de vida.
2 Corintios 5.17: De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.
Efesios
4:22-24: En
cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos,
y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad
de la verdad.
a) Estar
en Cristo implica vivir de una manera diferente, es dejar la “cosas viejas” o
“el viejo hombre”, para vivir de acuerdos a una nueva creación hecha por Dios
en nuestras vidas.
b) Al
venir a Cristo, hay un antes y un después. Se debe notar la diferencia, ¿pueden
aquellos que están a nuestros alrededor señalar la diferencia en nuestras
vidas, desde que fuimos transformados por Cristo Jesús?
c) Para
ser nuevo hay que vivir en Cristo. El cambio de naturaleza, la nueva creación
es hecha por Dios, a través de la obra del Espíritu Santo, “en la justicia y
santidad de la verdad”.
d)
Pero, ¿realmente es posible un cambio de
esta magnitud? ¿Puede un árbol de mango, dar manzanas? A eso se refiere la
transformación de vidas. Dejemos que sea el apóstol Pablo quien nos cuenta si
será posible:
1
Timoteo
1:12-16: Doy
gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por
fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo
yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a
misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue
más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús
vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a
misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia,
para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.
El apóstol Pablo testifica sobre la transformación
que la gracia de Dios hizo en su vida. Así debe ser en nuestras vidas, debemos
ser un fiel reflejo del poder transformador de la gracia de Dios, para
cambiarnos de empedernidos pecadores a obedientes pecadores, rendidos a la
gracia de Dios.
2) Pensar bíblicamente.
Nuestra
vida será afectada por las personas que nos influencian y los libros que
leamos.
Proverbios 23:7 Porque
cual es su pensamiento en su corazón,
tal es él.
Romanos 12:2. No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta.
2 Corintios 10:3-5: Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de
nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que
se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento
a la obediencia a Cristo.
a)
Nuestros pensamientos determinan quienes somos
realmente. ¿Cómo alimentamos nuestros pensamientos? Lo que el alimento es al
cuerpo, los libros lo son a nuestros pensamientos. ¿Qué estás leyendo y cómo
estás alimentando tus pensamientos? Debemos leer la Biblia diariamente,
estudiarla constantemente y compartirla sin reservas. Además, ten una lista de
buenos libros, que te ayuden a crecer en el conocimiento del Señor.
b)
No conformarse o ajustarse a este mundo,
inicia con la transformación (en griego metamorfoo, cambiar en otra
forma)
de nuestra mente, “así podrán saber qué
es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto”
(TLA).
c)
Una de las mayores guerras espirituales es
por llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Eso implica que
las ideas tienen consecuencias. Nuestros pensamientos determinan nuestra forma
de hablar, vivir, ver el mundo, en fin determinan nuestra percepción o
cosmovisión de todo lo que nos rodea. Nuestro lema debería ser Filipenses 4.8: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo
lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en
esto pensad”.
3) Impactar a otros, discipulado bíblico.
Si
discípulas a una persona, cambias la vida de muchas personas.
Mateo 28:18-20: Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra. Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
a)
La orden de Jesús de hacer discípulos, sigue
vigente hoy; es más, hoy es una gran necesidad en medio de nuestra
congregación. ¿Qué es ser cristiano? Es ser un discípulo o aprendiz de Cristo,
de cómo Él piensa, actúa, siente y sirve a Dios y a otros.
b)
En este año, esto es lo que debemos trabajar
más intensamente, ¿cómo promover el discipulado en todos los niveles y áreas de
nuestra congregación, para tener más discípulo? Para ser un discípulo, debes
ser transformado por el Espíritu Santo y renovar continuamente tu mente por la
palabra.
c)
¿Qué harás este año, para seguir creciendo
como un discípulo de Cristo? Da un paso a la vez; pero, camina como un
discípulo que quiere honrarlo con todo lo que eres y tienes.