lunes, 7 de noviembre de 2011

ESPIRITUALIDAD FALSA


Pastor Maynor Agüero Obregón
TEXTO: Mateo 6.1
INTRODUCCIÓN
En el capítulo 5 del Sermón de Monte, se ha tratado el tema del carácter y testimonio de los discípulos de Jesús. El Rev. John W. Stott, comentando el capítulo 6, hace la siguiente declaración:
“Luego describió la justicia cristiana que debe exceder a la justicia de los escribas y fariseos al aceptar las implicaciones plenas de la ley de Dios sin evitar nada ni colocar límites artificiales. La justicia cristiana es justicia ilimitada. Debe permitirse que ella penetre más allá de nuestras acciones y palabras hasta nuestro corazón, mente y motivaciones, y que nos domine incluso en aquellos rincones secretos más recónditos[1].”
Hay un relación entre la justicia que debe ser la marca del carácter de un discípulo de Cristo (expuesta en el Mateo 5) y la justicia que se debe expresar en acciones concretas (expuesta en Mateo 6), o como las conoceremos a partir de ahora, piedad verdadera.
Por piedad, queremos decir, “la conducta correcta que surge de una relación correcta con Dios. Es la suma total del carácter y las acciones religiosas y produce un estado de felicidad tanto presente como futuro. No es una acción correcta que se realiza por un sentido de deber, sino la virtud espontánea que surge del Cristo que mora adentro y lo refleja[2].
La piedad verdadera es aquella expresión de devoción y de amor a Dios, que nace de la comunión con Él. Así, que las expresiones de caridad, oración y ayuno, que se describen en los inicios del capítulo 6 son la consecuencia de la justicia que ha sido dada por Dios. Sin ella, es imposible que exista verdadera piedad.
Los primeros versículos de éste capítulo (6:1-18), podemos bosquejarlo de la siguiente manera: (a) La caridad verdadera (2-4), (b) la oración (5-15) y (c) el ayuno (16-18).[3] Pero, el primer versículo, nos da la introducción y enlace al resto del texto: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos” (RVR60).
El texto nos señala el camino incorrecto, que los religiosos de la época de Jesús, siguieron como expresión de su espiritualidad; aquí hay una denuncia de una espiritualidad falsa, que sigue siendo vigente, en nuestros días. Esa es la gran necesidad que tenemos hoy, porque el cristianismo en los últimos años, se ha sumergido en espiritualidades que no son bíblicas y debemos volver a la senda de la santidad y verdadera espiritualidad, que se encuentra en las Escrituras. Estudiemos la denuncia de una espiritualidad falsa, hecha por Jesús a los oyentes del siglo primero, y tratemos de encontrar algunas aplicaciones para la realidad de nuestra época.

I.        JUSTICIA INCORRECTA: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres…”
El término justicia, viene del griego ἐλεημοσύνη (eleemosúne, G1454) que se puede traducir como compasión (ejercida hacia el pobre), benevolencia, justicia, misericordioso o limosna[4]. Así, que debemos guardanos o cuidarnos de que nuestras acciones de compasión, benevolencia o justicia, las hagamos solo para ser vistos por las personas. Pero surge una pregunta, ¿cuáles son las acciones justicia? Por el contexto serían la limosna o caridad, la oración y el ayuno.
A primera vista, parece que entra en contradicción con la instrucción de Mateo 5.16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. La contradicción es aparente. Ambos textos, quieren poner en evidencia las verdaderas intenciones con que debemos realizar nuestras acciones. Mientras que en Mateo 5.16, lo que se hace delante de los hombres, provoca que los observadores glorifiquen a Dios; en el texto de Mateo 6.1, la justicia (o compasión, benevolencia), que se hace delante de las personas, tiene el deseo de que me vean a mí.
El teólogo inglés, Dr. John Stott, hace el siguiente comentario del texto: “Nuestras buenas obras tienen que ser públicas para que nuestra luz alumbre; nuestras devociones religiosas tienen que ser secretas, no sea que nos jactemos de ellas[5]”. Ese es el problema, iniciamos alumbrando y dándole gloria Dios; pero, nuestra vanagloria y vanidad, nos hace jactarnos de nuestras devociones, y acciones de compasión a otros. Hay que ser luz, con nuestros hechos, en el mundo; pero debemos dejar en privado aquellas prácticas espirituales, que nos puedan llenar de orgullo. Si das a otros, dalo en el anonimato; si oras mucho a Dios, que sólo Él lo sepa; si ayudas, que nadie lo note. Se puede estar haciendo algo correcto, de la forma incorrecta.

II.        MOTIVACIÓN EQUIVOCADA: “…para ser vistos de ellos…”
El gran problema de hacer nuestra justicia delante de las personas, es la motivación equivocada. Cualquier buena obra que hagas, si lleva la motivación de que otros nos vean y nos admiren por ser buenos cristianas, implica que hemos equivocado la motivación bíblica, la cual es que glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Como bien lo señala el Catecismo Menor de Westminster, en su respuesta N°1: El fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. 
¿Cómo saber si nuestra motivación es correcta? Bueno, las personas deben glorificar a Dios, y si intentan alabarnos, debemos dirigirla a quien verdaderamente la merece: nuestro Gran Dios. El comentarista Henriksen, es más contundente en su comentario bíblico al evangelio según San Mateo:
Por otra parte, el propósito de los hipócritas a que hace referencia 6:1ss, es obtener alabanza para sí mismos. Ellos ejecutan sus deberes religiosos con el fin de “atraer la atención” de la gente, para que la gente los inspeccionará y examinará detenidamente, mientras ellos están dando limosna, cuando están orando o cuando están ayunando. Esperan que entonces los espectadores digan: “¡Qué devotos, qué notablemente piadosos![6]”.
¿Cuál es su motivación para congregarse, para orar, leer la Biblia, ayudar al necesitado, en fin, para servir a Dios y a otros? ¿Qué hay en lo profundo de nuestro corazón, al realizar estas disciplinas espirituales?

III.        RECOMPENSA TEMPORAL: “…de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Ahora, el tema se centra en el cuándo y el quién de la recompensa. Eso debemos afirmarlo, hay recompensa, el punto es ¿cuándo la recibiremos y quién la da? El texto evidencia que hay dos alternativas: recompensa temporal o eterna; la dan las personas o Dios.
El Dr. William Henriksen, hace la siguiente observación en este punto:
“Porque así no tendréis recompensa alguna de vuestro Padre que está en los cielos” el sentido es: “Entonces ya habréis recibido vuestra recompensa, sí, vuestra recompensa completa, esto es, de parte de los hombres, la misma gente de la que esperabais la recompensa de honor, admiración y alabanza. Puesto que en lo más profundo de vuestro ser nunca quisisteis agradar y glorificar a Dios, él no os recompensará. Aún más, esto es así debido a que tales ejercicios religiosos (¿?) son fraudulentos. Si los practicáis, estáis tratando de disfrazar vuestros verdaderos motivos. Estáis haciendo teatro. ¡Estáis simulando, porque bajo el disfraz de dar gloria a Dios estáis buscando gloria para vosotros mismos, como si pudierais engañar al Omnisciente!” En tales casos (v. 1, 2, 5, 16) una recompensa, la de los hombres, cancela la otra, la de Dios[7]”.
No se puede pretender recibir recompensa de las personas y de Dios a la vez. O una, o la otra. Es por eso que más adelante el mismo Jesús va a declarar que no se puede servir a dos señores (Mateo 6.24). Nuestra verdadera recompensa está en Cristo Jesús, y el dará a cada uno conforme sus acciones; así lo evidencian los siguientes textos:
y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lucas 14:14).
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor… Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. (1 Corintios 3:8,14).
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra (Apocalipsis 22:12).
Es claro, que “ya” estamos disfrutando de la vida eterna, “que todavía no” se ha manifestado en plenitud. El Apóstol Pablo lo expresa mejor: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas” (Colosense 3.23-25). Esta es nuestra esperanza y recompensa, que el Señor nos dará; por lo tanto, solo vamos a servirle y amarle a Él.

CONCLUSIÓN
¿Cómo está nuestra justicia, motivación y deseos de recompensas? ¿Están centrados en Dios y Su Palabra? ¿O, responden a la justicia incorrecta y motivación falsa, que tanto se observa en nuestro tiempo, logrando recompensas temporales? En otras palabras, la frase “guardaos” es una exhortación a estar realizando una constante evaluación de nuestras vidas, para no estar haciendo obras de justicia, con motivos equivocados y esperando recompensas en esta vida. Eso sería engañarnos a nosotros mismos.
Nuestra oración diaria debe ser:Escudríñame, oh Jehová, y pruébame (Salmo 26.2). Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano” (Salmo 139.5). ¡Amén!



[1] Stott, J. El Sermón del monte, contracultura cristiana. Buenos Aires, Argentina: Editorial Certeza, 1998, Pág.143.
[2] Douglas, J.D. y Tenney, Merrill C. Diccionario bíblico Mundo Hispano.  Editorial Mundo Hispano, 2003.
[3] Pérez Millos, Samuel. Comentario Exegético al texto griego del N.T. España: Editorial CLIE, 2009, pág. 378.
[4] Vine, E.W. (1999). Diccionario Expositivo de las palabras del A.T. y N.T. Nashville, TN: Editorial Caribe.
[5] Stott, pág. 145.
[6] Hendriksen, pág. 334.
[7] Idems, pág. 335.

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