lunes, 7 de noviembre de 2011

ESPIRITUALIDAD FALSA


Pastor Maynor Agüero Obregón
TEXTO: Mateo 6.1
INTRODUCCIÓN
En el capítulo 5 del Sermón de Monte, se ha tratado el tema del carácter y testimonio de los discípulos de Jesús. El Rev. John W. Stott, comentando el capítulo 6, hace la siguiente declaración:
“Luego describió la justicia cristiana que debe exceder a la justicia de los escribas y fariseos al aceptar las implicaciones plenas de la ley de Dios sin evitar nada ni colocar límites artificiales. La justicia cristiana es justicia ilimitada. Debe permitirse que ella penetre más allá de nuestras acciones y palabras hasta nuestro corazón, mente y motivaciones, y que nos domine incluso en aquellos rincones secretos más recónditos[1].”
Hay un relación entre la justicia que debe ser la marca del carácter de un discípulo de Cristo (expuesta en el Mateo 5) y la justicia que se debe expresar en acciones concretas (expuesta en Mateo 6), o como las conoceremos a partir de ahora, piedad verdadera.
Por piedad, queremos decir, “la conducta correcta que surge de una relación correcta con Dios. Es la suma total del carácter y las acciones religiosas y produce un estado de felicidad tanto presente como futuro. No es una acción correcta que se realiza por un sentido de deber, sino la virtud espontánea que surge del Cristo que mora adentro y lo refleja[2].
La piedad verdadera es aquella expresión de devoción y de amor a Dios, que nace de la comunión con Él. Así, que las expresiones de caridad, oración y ayuno, que se describen en los inicios del capítulo 6 son la consecuencia de la justicia que ha sido dada por Dios. Sin ella, es imposible que exista verdadera piedad.
Los primeros versículos de éste capítulo (6:1-18), podemos bosquejarlo de la siguiente manera: (a) La caridad verdadera (2-4), (b) la oración (5-15) y (c) el ayuno (16-18).[3] Pero, el primer versículo, nos da la introducción y enlace al resto del texto: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos” (RVR60).
El texto nos señala el camino incorrecto, que los religiosos de la época de Jesús, siguieron como expresión de su espiritualidad; aquí hay una denuncia de una espiritualidad falsa, que sigue siendo vigente, en nuestros días. Esa es la gran necesidad que tenemos hoy, porque el cristianismo en los últimos años, se ha sumergido en espiritualidades que no son bíblicas y debemos volver a la senda de la santidad y verdadera espiritualidad, que se encuentra en las Escrituras. Estudiemos la denuncia de una espiritualidad falsa, hecha por Jesús a los oyentes del siglo primero, y tratemos de encontrar algunas aplicaciones para la realidad de nuestra época.

I.        JUSTICIA INCORRECTA: Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres…”
El término justicia, viene del griego ἐλεημοσύνη (eleemosúne, G1454) que se puede traducir como compasión (ejercida hacia el pobre), benevolencia, justicia, misericordioso o limosna[4]. Así, que debemos guardanos o cuidarnos de que nuestras acciones de compasión, benevolencia o justicia, las hagamos solo para ser vistos por las personas. Pero surge una pregunta, ¿cuáles son las acciones justicia? Por el contexto serían la limosna o caridad, la oración y el ayuno.
A primera vista, parece que entra en contradicción con la instrucción de Mateo 5.16: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. La contradicción es aparente. Ambos textos, quieren poner en evidencia las verdaderas intenciones con que debemos realizar nuestras acciones. Mientras que en Mateo 5.16, lo que se hace delante de los hombres, provoca que los observadores glorifiquen a Dios; en el texto de Mateo 6.1, la justicia (o compasión, benevolencia), que se hace delante de las personas, tiene el deseo de que me vean a mí.
El teólogo inglés, Dr. John Stott, hace el siguiente comentario del texto: “Nuestras buenas obras tienen que ser públicas para que nuestra luz alumbre; nuestras devociones religiosas tienen que ser secretas, no sea que nos jactemos de ellas[5]”. Ese es el problema, iniciamos alumbrando y dándole gloria Dios; pero, nuestra vanagloria y vanidad, nos hace jactarnos de nuestras devociones, y acciones de compasión a otros. Hay que ser luz, con nuestros hechos, en el mundo; pero debemos dejar en privado aquellas prácticas espirituales, que nos puedan llenar de orgullo. Si das a otros, dalo en el anonimato; si oras mucho a Dios, que sólo Él lo sepa; si ayudas, que nadie lo note. Se puede estar haciendo algo correcto, de la forma incorrecta.

II.        MOTIVACIÓN EQUIVOCADA: “…para ser vistos de ellos…”
El gran problema de hacer nuestra justicia delante de las personas, es la motivación equivocada. Cualquier buena obra que hagas, si lleva la motivación de que otros nos vean y nos admiren por ser buenos cristianas, implica que hemos equivocado la motivación bíblica, la cual es que glorifiquen a nuestro Padre que está en los cielos. Como bien lo señala el Catecismo Menor de Westminster, en su respuesta N°1: El fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre. 
¿Cómo saber si nuestra motivación es correcta? Bueno, las personas deben glorificar a Dios, y si intentan alabarnos, debemos dirigirla a quien verdaderamente la merece: nuestro Gran Dios. El comentarista Henriksen, es más contundente en su comentario bíblico al evangelio según San Mateo:
Por otra parte, el propósito de los hipócritas a que hace referencia 6:1ss, es obtener alabanza para sí mismos. Ellos ejecutan sus deberes religiosos con el fin de “atraer la atención” de la gente, para que la gente los inspeccionará y examinará detenidamente, mientras ellos están dando limosna, cuando están orando o cuando están ayunando. Esperan que entonces los espectadores digan: “¡Qué devotos, qué notablemente piadosos![6]”.
¿Cuál es su motivación para congregarse, para orar, leer la Biblia, ayudar al necesitado, en fin, para servir a Dios y a otros? ¿Qué hay en lo profundo de nuestro corazón, al realizar estas disciplinas espirituales?

III.        RECOMPENSA TEMPORAL: “…de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Ahora, el tema se centra en el cuándo y el quién de la recompensa. Eso debemos afirmarlo, hay recompensa, el punto es ¿cuándo la recibiremos y quién la da? El texto evidencia que hay dos alternativas: recompensa temporal o eterna; la dan las personas o Dios.
El Dr. William Henriksen, hace la siguiente observación en este punto:
“Porque así no tendréis recompensa alguna de vuestro Padre que está en los cielos” el sentido es: “Entonces ya habréis recibido vuestra recompensa, sí, vuestra recompensa completa, esto es, de parte de los hombres, la misma gente de la que esperabais la recompensa de honor, admiración y alabanza. Puesto que en lo más profundo de vuestro ser nunca quisisteis agradar y glorificar a Dios, él no os recompensará. Aún más, esto es así debido a que tales ejercicios religiosos (¿?) son fraudulentos. Si los practicáis, estáis tratando de disfrazar vuestros verdaderos motivos. Estáis haciendo teatro. ¡Estáis simulando, porque bajo el disfraz de dar gloria a Dios estáis buscando gloria para vosotros mismos, como si pudierais engañar al Omnisciente!” En tales casos (v. 1, 2, 5, 16) una recompensa, la de los hombres, cancela la otra, la de Dios[7]”.
No se puede pretender recibir recompensa de las personas y de Dios a la vez. O una, o la otra. Es por eso que más adelante el mismo Jesús va a declarar que no se puede servir a dos señores (Mateo 6.24). Nuestra verdadera recompensa está en Cristo Jesús, y el dará a cada uno conforme sus acciones; así lo evidencian los siguientes textos:
y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” (Lucas 14:14).
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor… Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. (1 Corintios 3:8,14).
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra (Apocalipsis 22:12).
Es claro, que “ya” estamos disfrutando de la vida eterna, “que todavía no” se ha manifestado en plenitud. El Apóstol Pablo lo expresa mejor: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas” (Colosense 3.23-25). Esta es nuestra esperanza y recompensa, que el Señor nos dará; por lo tanto, solo vamos a servirle y amarle a Él.

CONCLUSIÓN
¿Cómo está nuestra justicia, motivación y deseos de recompensas? ¿Están centrados en Dios y Su Palabra? ¿O, responden a la justicia incorrecta y motivación falsa, que tanto se observa en nuestro tiempo, logrando recompensas temporales? En otras palabras, la frase “guardaos” es una exhortación a estar realizando una constante evaluación de nuestras vidas, para no estar haciendo obras de justicia, con motivos equivocados y esperando recompensas en esta vida. Eso sería engañarnos a nosotros mismos.
Nuestra oración diaria debe ser:Escudríñame, oh Jehová, y pruébame (Salmo 26.2). Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano” (Salmo 139.5). ¡Amén!



[1] Stott, J. El Sermón del monte, contracultura cristiana. Buenos Aires, Argentina: Editorial Certeza, 1998, Pág.143.
[2] Douglas, J.D. y Tenney, Merrill C. Diccionario bíblico Mundo Hispano.  Editorial Mundo Hispano, 2003.
[3] Pérez Millos, Samuel. Comentario Exegético al texto griego del N.T. España: Editorial CLIE, 2009, pág. 378.
[4] Vine, E.W. (1999). Diccionario Expositivo de las palabras del A.T. y N.T. Nashville, TN: Editorial Caribe.
[5] Stott, pág. 145.
[6] Hendriksen, pág. 334.
[7] Idems, pág. 335.

martes, 7 de junio de 2011

¡NO MATARÁS! PERO, DESDE EL CORAZÓN

Pastor Maynor Agüero Obregón[1]
Texto: Mateo 5.21-26
Introducción
Entramos a la sección del Sermón del Monte, donde Jesús explica la Ley. “Seis veces Jesús va a poner su propio pronunciamiento autoritativo en contraste con la enseñanza de los escribas y fariseos, y, detrás de ellos, en contraste con las malas interpretaciones de los sabios de antaño. Seis veces va a decir: “Oíste que fue dicho… pero yo os digo” (5:21, 27, 31, 33, 38 y 43)[2].
El Dr. Lloyd Jone da una explica la razón de la exposición de Jesús, en los siguientes versículos: “Desarrolla la relación del cristiano con la ley en dos aspectos. Presenta su exposición positiva de la ley, y la contrasta con la enseñanza falsa de los escribas y fariseos[3]”. Por lo tanto, hay una correcta interpretación y aplicación de la Ley; por otro lado, hay un señalamiento de los principales errores  y falsas enseñanzas de los fariseos y escriban. Aquí tenemos un ejemplo de cómo las verdades entregadas por Dios, fueron pervertidas al sumárseles ideas humanas.
Expondremos el texto en tres partes. En primer lugar, trataremos lo dicho por los antiguos: quiénes eran los antiguos, qué fue lo que Dios les dijo y qué fue lo que ellos terminaron enseñando. En segundo lugar, lo que dijo Jesús en comparación con la enseñanza de los escribas y los fariseos. Y por último, cuál debe ser la práctica correcta de este mandamiento, para un discípulo de Cristo. El propósito de la exposición de la Ley, por parte de Jesús es cumplir su la afirmación:Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos,  no entraréis en el reino de los cielos” (v.20).

I.            LO DICHO POR LOS ANTIGUOS (v.21)
Jesús inicia su interpretación de la ley diciendo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos…”; con dicha frase, se está refiriendo a todo el conjunto de tradiciones y enseñanzas que, a través de los años, se convirtió en la base de las creencias de la fe judía. A tal extremo, que era más importante la interpretaciones y las tradiciones de los antiguos, que la misma Ley-Palabra de Dios.
Al conjunto de comentarios exegéticos de los preceptos de la Torá, hecha por comentaristas judíos en un período de muchos siglos, se le llama Talmud. Dicho comentario es voluminoso, por ejemplo, contiene 613 preceptos religiosos obligatorios para todo los judíos (mitzvot): 365 que imponen abstenerse de acción (uno por cada día del año); y 248 preceptos, que obligan positivamente a hacer (uno por cada órgano del cuerpo)[4]. A esto hay que agregarle comentarios orales el Mishná y el Tanaj (Antiguo Testamento). Como se puede ver, a la palabra de Dios revelada, ellos le agregaron una gran cantidad de preceptos a cumplir, para que los mandamientos de Dios se cumplieran; añadiéndole más de lo que Dios había pedido.
Todo esto, había hecho que la vida religiosa de un judío, estuviera determinado por el cumplimiento de grandes preceptos impuestos por los líderes religiosos (fariseos, escribas, saduceos y otros); provocando una pobre comunión con el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Jesús se está refiriendo a toda la ley religiosa judía, el Talmud, cuando dice: “Oístes que fue dicho por los antiguos”.
Pero, ¿qué se dijeron? No matarás y cualquiera que matare será culpable de juicio ¿Qué hay de malo en eso, acaso no estaba escrito en el pentateuco? ¿Cuál era el problema con la enseñanza sobre el sexto mandamiento? El comentario que hace el Hendriksen, no da más claridad sobre el dilema que plantea Jesús:
“Por lo tanto, superficialmente parecería que no hay falta alguna en la forma en que los hombres de antaño habían interpretado el sexto mandamiento. En el caso presente lo malo no estaba en lo que habían dicho, sino en lo que habían dejado de decir, o, por lo menos, habían dejado de enfatizar. Esto también se aplicaba a los escribas y fariseos del tiempo de Jesús, porque… ellos respaldaban la tradición de los antiguos. En consecuencia, ellos tampoco estaban dando un sumario completo de la ley sobre el homicidio. La interpretación de ellos, aunque era correcta hasta donde alcanzaba, estaba lejos de su propósito. Era lastimosamente inadecuada”[5].
Los religiosos de la época de Jesús, estaban de acuerdo con la interpretación de las tradiciones de los antiguos, solo una obediencia externa a las leyes dadas por Dios era suficiente para ser un buen seguidor de Dios.
De aquí se pueden desprender dos lecciones para nuestras vidas. La primera, es que no podemos levantar al nivel de mandamiento divino, las palabras o comentarios de las personas, por más buenos y santos que sean, o por más sabiduría que sus palabras expresen; siempre serán palabras de seres falibles. Todo lo que los seres humanos deben creer con respecto a Dios, y los deberes que Él nos exige, se encuentra contenido en la enseñanza de la Biblia (2 Timoteo 1.13; 3.15-17)[6].
La segunda lección, es que no podemos basar nuestro caminar cristiano sólo en el cumplimiento externo de ciertas prácticas, como asistir a los cultos dominicales, leer la Biblia por obligación, participar de ciertas actividades, diezmar u ofrendar, y otras. Cada una de estas prácticas, son importantes para nuestro desarrollo como discípulos de Cristo; pero, no pueden sustituir a una genuina comunión con nuestro Señor, ni pueden ser la base de nuestra justificación delante de Dios. Los verdaderos discípulos son transformados desde adentro hacia afuera. Y esto es lo que enfatiza, Jesús, en los siguientes versículos.

II.            LO QUE DIJO JESÚS (v.22)
Ahora Jesús va a hablar: “Pero yo os dijo…”. No habla como los religiosos de su época, sino como quien tiene autoridad. Jesús, el Dios hecho carne, va a establecer el verdadero sentido del mandamiento. No solo en su cumplimiento externo, sino en su verdadero sentido; el que tuvo desde el inicio. Citando a Hendriksen:
“Moisés había enfatizado el amor a Dios (Dt. 6:5) y al hombre (Lv. 19:18). No solamente eso, sino que la primera narración de una pelea hogareña, la historia de Caín y Abel, había señalado de una manera muy impresionante el mal de la ira proveniente de los celos, como la raíz del homicidio (Gn. 4:1–16; véanse especialmente los vv. 6 y 7). La misma lección había sido enfatizada en escritos posteriores (Proverbios 14:17; 22:24; 25:23; Eclesiastés 7:9; Job 5:2; Jonás 4:4). En consecuencia, al interpretar el sexto mandamiento en la forma que lo hace, Jesús, lejos de anularlo, está mostrando lo que había significado desde el principio mismo[7].
Ese es el verdadero sentido del sexto mandamiento: amar al prójimo, y por lo tanto, no tomar su vida como venganza. Ya se anticipa el principio del amor, como el cumplimiento de toda la ley (Mateo 22.40). El texto dice: “que cualquiera que se enoje…”; hace mención de cualquier persona, se puede deducir que está hablando a todos los seres humanos, por eso su sentencia, más adelante, es tan fuerte y contundente.
En cuento, al término enojarse viene del griego orgizo (ὀργίζω, G3710) que se puede traducir como: provocar, incitar a la ira. Éste enojo o ira descontrolada, es contrario al amor hacia otros, que subyace en el sexto mandamiento. Hay que notar, que la misma sentencia que los antiguos daban a los homicidas: “cualquiera que matare, será culpable de juicio”; Jesús la aplica a los que se enojan contra su hermano: “será culpable de juicio”. En otras palabras, cualquiera que se enoje o tenga una ira que no puede controlar, contra otra personas, es sujeto de un juicio igual a aquella persona que es un homicida.
Pero, Jesús va más lejos. El enojo lleva a los insultos y las ofensas verbales, hacia el hermano. Los términos necio (término del más absoluto insulto, referente a sus capacidades intelectuales) y fatuo (término que significa moralmente indigno, es un ofensa que ataca el corazón y carácter). Observemos cómo es traducido este pasaje, en otras versiones:
Pero yo os digo que todo el que se enoje con su hermano será condenado; el que insulte a su hermano será juzgado por la Junta Suprema, y el que injurie gravemente a su hermano se hará merecedor del fuego del infierno (Dios Habla Hoy).
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego (Libro del Pueblo de Dios).
"Pero Yo les digo que todo aquél que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: 'Insensato (Inútil)' a su hermano, será culpable ante la corte suprema (el Sanedrín); y cualquiera que diga: 'Idiota,' será merecedor del infierno de fuego (Nueva Biblia de los Hispanos).
Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Pero cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al juicio del infierno (Nueva Versión Internacional).
Las diferentes versiones, hacen ver la gravedad de ofender a una persona, por causa del enojo que se tiene contra esa persona. Observen que el pasaje no hace distinción entre enojarse por una causa correcta o no. El que se enoja pierde, porque es él quien será sujeto de juicio. En más, si pasa al nivel de insultar o maldecir, la sentencia está dada: el infierno. ¡La palabras de Jesús suenan muy duras para aquellos que queremos vivir bajo el Reino de Dios! Si siempre estamos enojándonos por todo, estamos mostrando una falta de amor, hacia los hermanos y eso nos significará que estamos bajo un constante juicio de parte de Dios.
Si  eres de las personas que se enoja con facilidad, debes arrepentirte, pedir perdón y solicitarle la ayuda al Espíritu Santo, para que inicies un proceso de transformación en tu vida y brote de tu corazón amor hacia otros, en vez de la amargura del odio, el rencor y el enojo.

III.            LA PRÁCTICA CORRECTA DE UN DISCÍPULO (v.23-26)
¿Cuál debe ser nuestro proceder, como hijos de Dios? En estos versículos, Jesús da un mejor camino, para siempre estar ajustado al sexto mandamiento. Es evaluar nuestras vidas, cada vez que nos presentamos delante de nuestro Dios, y revisar si tenemos algo contra alguien o alguien contra nosotros. La peor hipocresía religiosa, es presentarse delante de Dios tratando de adorarle, a sabiendas de que estamos con problemas con un familiar, un(a) amigo(a), un(a) hermano(a) de la iglesia, o un(a) compañero(a) del trabajo.
Por eso, el Apóstol Pablo escribiendo sobre la forma de tomar la cena del Señor, instruye lo siguiente:
Por tanto,  pruébese cada uno a sí mismo,  y coma así del pan,  y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente,  sin discernir el cuerpo del Señor,  juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros,  y muchos duermen. Si,  pues,  nos examinásemos a nosotros mismos,  no seríamos juzgados; mas siendo juzgados,  somos castigados por el Señor,  para que no seamos condenados con el mundo (1 Corintios 11.28-32).
Al tomar la Cena del Señor, antes de agradecerle a Él por sus bondades y la manifestación de la gracia salvadora en nuestras vidas; debemos examinarnos a nosotros mismos y ver si hay algo en contra de algún hermano. Lo mejor que podemos hacer, es reconciliarnos con nuestro(a) hermano(a) y luego, juntos tomar la Cena del Señor. Cada uno de nosotros, debe examinarse y tomar sus decisiones, siempre guiados por el Espíritu del Señor. No podemos dejarlo para después, la muerte nos puede sorprender en cualquier momento, y debemos dar cuenta de nuestra vida. Por eso, el tiempo de participar en la Cena del Señor es un momento oportuno para reconciliarnos los unos a los otros, y juntos aceptar la gracia que proviene del trono de Dios, al rendirnos ante nuestro fiel salvador Jesucristo.

CONCLUSIÓN
Oremos para que el amor de Dios esté en nuestros corazones, y así podamos dar ejemplo de conducta al mundo. No permitamos que la ira, el enojo y la venganza inunden nuestras vidas; que sea la gracia divina, dándonos el amor que requeridos para llevar adelante nuestro servicio desinteresado, a otros.
 
BIBLIOGRAFÍA
Hendriksen, William (2007). Comentario al Nuevo Testamento: Evangelio de San Mateo. Grands Rapids, Michigan: Libros Desafío
Henry, Matthew (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry. 13 Tomos en 1. Barcelona, España: Editorial CLIE.
Strong, James (2002). Diccionario Strong de Palabras Originales del Antiguo y Nuevo Testamento. Miami, Florida: Editorial Caribe.
Vine, W.E. (1999). VINE: Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo. Miami, Florida: Editorial Caribe.


[1] Pasto-maestro en la Iglesia Centro Cristiano de Cartago. Éste sermón predicado el domingo 5 de junio de 2011.
[2] Hendriksen, pág. 310.
[3] Sermón del Monte, pág. 132.
[5] Idem, pág 310.
[6] Confesión de Fe de Westminster, Catecismo Mayor Pregunta y Respuesta N°5, pág. 161.
[7] Pág. 313-314.

viernes, 20 de mayo de 2011

LA GENEALOGÍA DE JESÚS: LOS NÚMEROS HABLAN

Lic. Maynor Agüero Obregón
Hijos de Dios, no importa qué les haga falta porque ustedes tienen un Dios en quien se pueden gloriar en gran manera. Teniendo a Dios ustedes tienen más que si tuvieran todas las cosas, porque todas las cosas vienen de Él; y si todas las cosas fuesen eliminadas, Él podrá restaurar todas las cosas con un simple acto de su voluntad… Que los tiempos sigan su curso, ellos no pueden afectar a nuestro Dios. –C.H. Spurgeon
Texto: Mateo 1.2-17

Introducción
El evangelio de Mateo es el puente entre el A.T. y el N.T.; hay 53 citas del AT y 76 referencias a pasajes del AT. En Mateo hay referencias de 25 de los 39 libros del A.T. La palabra “se cumpliese” se usa unas 12 veces (Wiersbe, pág. 12). Así que la genealogía de Jesús, va a unir la larga historia redentora del A.T., con su respectivo cumplimiento en el nacimiento de Mesías esperado.
Mateo presenta la línea genealógica de José, el padre legal de Jesucristo. La genealogía fue arreglada en tres grupos de catorce, con el propósito de ayudar a la memorización del mismo. En dicha época, los libros no eran tan utilizados y los maestros lo que utilizaban era la memorización completa de sus tratados, así, lograban preservar sus enseñanzas al trasmitirlas oralmente y las escribían para posteriores generaciones. Otro dato interesante es que el total de ascendientes de Jesús suman 42, que puede ser representado como 6 x 7; ambos números con un gran significado bíblicos. El seis es lo humano y el siete la perfección divina, ambos juntos contrastan lo humano y lo espiritual (ver Bullinger, pág. 174-176). Podemos decir que en la genealogía de Jesús, a pesar de los fracasos de esas personas, Dios estaba interviniendo a lo largo de sus vidas.
Con respecto a las tres divisiones, se puede observar lo siguiente:
a)      La primera termina con la feliz condición del pueblo bajo David; la segunda, con la ruina; la tercera, con el Salvador.
b)      La primera comienza con Abraham, el beneficiario del pacto incondicional de la Tierra (Gén. 15), y acaba con David, el beneficiario del pacto incondicional del Trono (2 Sam. 7).
c)       La segunda comienza con Salomón y acaba con la Cautividad; esto es, con la edificación del Templo al comienzo, y con su destrucción al final.
d)      La tercera comienza con la Cautividad, la promesa del Mesías por medio de Daniel (cap. 9), y acaba con Su nacimiento en la persona de Jesús. (Bullinger, pág.210).
Ya que la genealogía tiene una estructura numérica, dejemos que los números nos hablan algunas verdades concernientes a los antepasados de Jesús.

1)      Una Idea Clave
El principio de elección y selección, de separación y de gracia, está subyacente desde el principio de
toda la historia del Pacto. Aparece en el llamamiento de Abraham, y continúa a través de la historia de los patriarcas; y a pesar de que la familia santa crece y se convierte en una nación, la promesa se limita primariamente a la casa de David, y finalmente a una sola persona; el Hijo de David, el Señor Jesucristo, el único Profeta, el único Sacerdote, el único Rey, en quien el reino de los cielos será abierto a todos los creyentes, y de Él fluyen las bendiciones de salvación sobre todos los seres humanos (Edercherim, pág. 26).
Esa es la historia que se describe en la genealogía de Mateo, la historia redentora desde la promesa hecha a Abraham hasta su pleno cumplimiento en el nacimiento de Jesucristo. No son nombres sacados al azar, sin personas con una historia que cuenta la mano providencial de Dios actuando en sus vidas y dirigiéndolas hacia el cumplimiento de Su divino plan.
Dios sigue actuando de la misma manera. Hoy Él está desarrollando Su Plan que se dirige a la consumación de todas las cosas; al momento en que el gran Rey retorne; el día del juicio final, cuando todos los enemigos sean puestos bajo los pies del Señor Jesús. ¡Tú eres parte del gran plan de Dios, para nuestra nación; sólo debemos ponernos a las órdenes del Rey Jesús y obedecerlo.

2)      Dos Doctrinas Importantes
Para comprender mejor cómo Dios actúa y desenvuelve su propósito eterno, debemos comprender dos doctrina claves que dirigía las vidas de los antepasados de Jesús:
a)      Providencia de Dios: No hay nadie más que gobierne y controle todo lo que acontece en el universo, sino el Dios Tino. La doctrina bíblica de la providencia  establece que Dios de una manera sabia, santa y poderosa preserva y gobierna todas las criaturas y las acciones de estas (Ramírez, pág. 123). En la historia descrita en la genealogía, destaca la mano providencial de Dios en: el llamado de Abraham y la escogencia de David como Rey. Estas y las otras historias, conforman la gran historia de Dios que se ha desarrollados por miles de años, actuando a pesar de los pecados y fracasos humanos.
b)      Elección divina: En los actos providenciales, Dios ha escogido a diferentes personas con propósitos específicos. Escogió a Abraham, para que fuera el padre de la nación hebrea; escogió a Jacob sobre su hermano Esaú; escogió a David y así sucesivamente, cada historia es la narración de cómo el Señor escoge personas ordinarias y la usa para que hagan cosas extraordinarias.
Dios sigue actuando igual. Él te ha escogido para un propósito eterno y hará que todas las cosas te ayuden para el bien de ver completado el designio divino (Romanos 8:28-30). ¿Vives aferrado a la mano providencial de Dios para tu vida? ¿Cada circunstancia la recibes como Dios moldeando tu vida, y requiriéndolo para tu bien?

3)      Tres reyes omitidos (v. 8)
Es curioso que en el versículo 8, porque Joram no es el padre biológico de Uzías (1 Crónicas 3.11-12), sino de Ocozías. Hay tres reyes que no se mencionan: Ocozías (2 Crónicas 22.1-9), Joás (2 Crónicas 24.1-27) y Amasías (2 Crónicas 25.1-28). ¿Por qué? No se ésta seguro de la razón que tuvo el evangelista para omitirlos, pudo deberse a los hechos de sus vidas, los cuales no fueron los mejores. Puede buscarse las razones en la relación de esos reyes con la casa de Acab; en su mínimo derecho a ser mirados como verdaderos eslabones en la cadena teocrática, esto por su actuar como reyes. El punto es que estos reyes, teniendo la línea real de David, fueron omitidos. Hablamos de un período de 77 años de reinado, incluso hubo una madre reina Atalía (2 Crónicas 22.10-23.21); fue un tiempo muy duro para el puedo de Dios.
La fama, la riqueza y la gloria que en éste mundo se pueda conseguir, no tiene comparación con el gran llamado de Dios. Éstos tres reyes en vida lo tuvieron todo; pero, perdieron el reconocimiento que se obtienen de estar ligado al Señor Jesús. Nuestra mirada debe estar puesta en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. No permitas que la vanagloria de la vida y las riquezas temporales, te impidan estar ligado y ser parte del gran eslabón de la cadena de redención para otros.

4)      Cuatro mujeres en la Genealogía
Usted puede ver la gracia de Dios en esta lista de nombres. En esa época no era común que se mencionara a las madres en el árbol genealógico; pero, hay cuatro mujeres mencionadas en los antepasados de Jesús.  Note las cuatro mujeres que se mencionan:
(a)    Tamar (Gn 38), fue culpable de prostitución y acostarse con Judá.
(b)   Rahab (Jos 2; Heb. 11.31), era tanto una prostituta y una extrajera, del pueblo de Jericó.
(c)    Rut (Rut) era moabita y la ley prohibía que fuera parte del pueblo de Dios (Dt. 23.3-6).
(d)   Betsabé (2 Sam. 12) adúltera con David.
Estas mujeres ilustran la gracia de Dios (Wiersbe, pág. 15). Por ser mujeres, pecadoras y extranjeras es probable que estaban excluidas de muchas cosas; pero, no de la gracia de Dios que inmortalizó sus nombres y acciones por la eternidad, a tal punto que son descendientes de nuestro Señor Jesucristo, donde no hay diferencia entre hombre ni mujer, porque Jesús tomó la semejanza de carne de pecado (Romanos 8.3), para admitir a los grandes pecadores, que creyendo y arrepintiéndose, venga a ser parte del pueblo de Dios.

5)      Cinco herederos, que no eran primogénitos
Era costumbre de la época, que los hermanos mayores, o sea el primogénito, heredara el liderazgo de la familia y las posesiones. Pero, en la genealogía de Jesús, aparecen cinco nombres de personas que heredaron la línea familiar, pero no eran primogénitos: Abraham, Jacob, Judá, David y Salomón. Abraham, no era el elegido a tener herencia por su condición de no tener hijos, pero, Dios se lo dio. En el caso de Jacob, la primogenitura era de Esaú; Judá era el cuatro hijo; David era el hijo menor de ocho hijos de Isaí; y Salomón era uno de los hijos menores. Pero, todos recibieron la elección de ser ascendientes de nuestro Señor Jesús.
Esto pone en evidencia la doctrina bíblica de la elección, “…para mostrar así que la preeminencia de Cristo no se debía a la primogenitura de sus antepasados, sino a la pura voluntad de Dios, que exalta a los humildes y pone un honor más abundantemente sobre aquella parte que no lo tiene” (Henry, pág. 1067).

6)      Seis lecciones para nuestro caminar
a)      Dios sigue teniendo el control de todo lo que sucede hoy.
b)      La fiel providencia de Dios, a pesar de los pecados nuestros. Nada puede detener, la gracia efectiva de Dios, porque “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Romanos 5.20).
c)       “De tal palo, no siempre es la astilla”; no importa tu pasado, qué pecados hayas cometidos, o el tipo de familia de donde provengas, es la gracia de Dios actuando en tu vida. Si evaluáramos a Jesús por sus antepasados, tendríamos que descalificarlo. Lo que en el pasado se hizo, por la gracia de Dios es eliminados, ninguna “maldición generacional” nos alcanza si estamos en Cristo Jesús.
d)      Asegúrate que tu nombre no sea omitido del libro de la vida. En el juicio final, el libro será abierto y los que no se encuentren en él serán condenados (Apocalipsis 20.11-15), ¿tienes que rendirte incondicionalmente al Señor Jesús? ¿Rogarle a Dios el Padre, que tenga misericordia de tus pecados y te envíe su Santo Espíritu, para que te limpie?
e)      Servir a Dios no depende de ninguna condición, como estudios, experiencia, conocimiento, santidad u otras experiencias, es la obediencia y sumisión a la voluntad de Dios. No pongas condiciones a Dios, sólo disponte a servir a Dios, a través de compartir con otros la obra de Él en tu vida, al discipular, al amar al prójimo u otra cosa.
f)       Si Dios te ha elegido, ¿qué harás, para servir a Dios hoy? Si te has rendido al Señorío de Jesús, es porque Él te ha elegido; así, que debes servir porque para eso fuiste llamado. Amén.

BIBLIOGRAFÍA
Bullinger, E.W. Cómo entender y explicar los números de la Biblia. Barcelona, España: Editorial CLIE.
De Graaf, S. G. (1988). El pueblo de la promesa: El ministerio y muerte de Cristo, Tomo III. Michigan, EUA: Subcomisión de Literatura Cristiana (SLC).
Edersheim, Alfred (2009). Comentario Bíblico Históricos Ilustrado, 6 Tomos en 1. Barcelona, España: Editorial CLIE.
Henry, Matthew (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry. 13 Tomos en 1. Barcelona, España: Editorial CLIE.
Ramírez, Alonso (traductor) (2010). Los Estándares de Westminster: Confesión, Catecismos y Forma de Gobierno. San José, Costa Rica: CLIR.
Wiersbe, Warren W. (2002). Bosquejos Expositivos de la Biblia, Obra Completa. Nashville, EUA: Editorial Caribe.

SERMONES DE PEDRO

INTRODUCCIÓN En los anteriores sermones se ha explorado la forma en que los discípulos de Jesús se desarrollaron como una comunidad unid...